Los libros nos muestran atractivos modelos a imitar

En todos los momentos de la historia, también ahora, hubo y hay personas, cuya vida personal, profesional o social, pudo servir, – podría servir -, de pauta y ejemplo para muchas otras que las podrían tomar como modelo. Sin embargo, las circunstancias hacen que, en estos momentos, sean otros intereses, otros aspectos de las personas las que focalicen nuestra la atención y la de los medios que les presentan.

No son exactamente las personas y su noble trayectoria vital, forjada en el trabajo, la generosidad o el esfuerzo, las que interesan. Lo que de ellas importa y atrae es su atractivo físico y su fama; su riqueza adquirida de forma rápida y sin esfuerzo o su notoriedad momentánea, porque en cuanto aparezca otra más rutilante, la cambiaremos por ella y la dejaremos en el rincón del olvido.

Ahora, niños y jóvenes, en el firmamento de sus apreciaciones –más que astros potentes a cuya luz caminar, que serían los modelos próximos a quienes imitar-  apenas contemplan algunos modelos vacíos, estrellas fugaces carentes de luz y calor.

Por eso, hoy más que nunca, estos jóvenes y niños necesitan una ayuda. Una ayuda que les muestre otros modelos, de carne y hueso, asequibles, imitables, que les ayuden a forjar, a su ejemplo, aquellos valores que van a precisar en el desarrollo de su trayectoria personal. 

A falta ellos, sería interesante “despertar y promover” su afición por los libros. Ellos conservan entre sus páginas nobles comportamientos, hechos sorprendentes, hazañas increíbles, sencillas, llenas de la grandeza de unos protagonistas, tan de carne y hueso como sus lectores.

Poner libros interesantes en sus manos es una oportunidad u ocasión para poner al alcance modelos de comportamiento. Si es posible su compra, bien, si no, hay bibliotecas públicas, y enseñarles a familiarizarse con ellas, sería una ayuda más para esta búsqueda.