El enemigo mayor,
los fantasmas más cercanos,
están en nuestro interior:
son los pensamientos vanos:
puede ser que la soberbia
nos haga ver preparados,
a pesar de las miserias,
para los puestos más altos;
podemos obrar con miedo
por los respetos humanos
y en lugar de dar ejemplo
a la verdad ocultamos;
a veces por avaricia
puedes estar ofuscado,
sin advertir la malicia
del egoísmo malsano;
si reaccionas iracundo
por algo que te ha pasado,
al final es más profundo
lo que tú aportas al daño;
llevado por la lujuria,
por seducción deslumbrado,
terminas en la amargura
cuando llega el desengaño;
el triunfo de un compañero
cuando todo le va bien,
puede despertar los celos
de quien trabaja con él…
De los males exteriores,
al verlos, nos defendemos;
los de dentro son peores,
porque no siempre los vemos.