Los Reyes Magos: historia, tradición, ciencia, fe

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Artículo de Emilio Montero Herrero

El 6 de enero se celebra la Fiesta de la Epifanía”, el “Día de los Reyes Magos”. Esta festividad es una de las más coloridas y alegres, en la que las familias conmemoran la visita de los tres reyes al pesebre de Jesús en Belén. Es un día mágico para los niños.

San Mateo es el único que habla de los Reyes Magos, pero solo nos dice que “llegaron de Oriente unos magos a Jerusalén”. Oriente expresa todo territorio más allá del Jordán. No pertenecen al pueblo elegido, representan a los gentiles. En Nochebuena el Mesías se había manifestado a los suyos con el anuncio del Ángel a los pastores: “Os traigo una gran alegría para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador” (Lc. 2,10-11). Con los Magos la Epifanía se propaga al resto del orbe. El Rey del universo, a través de los Magos, se manifiesta a todas las gentes y anuncia la salvación a las naciones.

La expresión “magos”, del latín y por remisión del griego, significa sacerdotes y sabios de la religión zoroástrica, que tuvo gran notoriedad en los imperios medo, persa y asirio e influjo en religiones posteriores.

Se cree que la tradición de llamarlos “reyes” viene del Salmo 72, 10 -11, que dice: “Los reyes de Tarsis y de las islas le pagarán tributo; los reyes de Arabia y de Etiopía le harán llegar sus cuotas. “Ante él se postrarán todos los reyes y le servirán todas las naciones. El pueblo ve en sus personas un sometimiento de todo reino a la realeza de Cristo.

En cuanto al número, los testimonios fluctúan. La tradición nos dice que fueron tres, pero a lo largo de la historia se han constatado otras ideas a través del arte y la cultura, como por ejemplo con el fresco que se encuentra en el cementerio de San Pedro y San Marcelino en Roma, que representa la figura de dos Magos. En cambio, en el cementerio de Santa Domitila son cuatro los que aparecen. En el Museo Kiercheriano (Roma) se ven ocho Reyes Magos en la superficie de un vaso antiguo. Y en Armenia y Siria siempre se ha hablado de hasta doce Reyes Magos. Pero la hipótesis que prevalece sobre todas éstas es la de tres Magos, debido al ofrecimiento constatado al Niño del oro, incienso y mirra. A medida que ha pasado el tiempo se han agregado otros simbolismos, como las razas de los Reyes y su representación de tres continentes (Asia, África y Europa).
Gracias a la arqueología se ha interpretado que los Magos eran de Persia. Existe una carta sinodal del Concilio de Jerusalén (año 836) que refleja el hecho histórico de que en el año 614 los soldados persas de Cosroas II destrozaron todos los santuarios que había de Palestina, salvo la basílica constantiniana de la Natividad de Belén, porque cuando fueron a destruirla y contemplar el mosaico del frontispicio la Adoración de los Magos y verlos representados con aquella indumentaria, entendieron que eran sus compatriotas y no redujeron el templo a las ruinas.

La primera representación que se conoce de los tres Reyes Magos se encuentra en la llamada capilla griega de la catacumba de Priscilla en Roma, cuyos frescos están datados entre la segunda mitad del siglo II y la segunda del siglo siguiente. Y la primera vez que surge el nombre con los que hoy les conocemos está en la iglesia de San Apolinar Nuovo, en Rávena (Italia), que data del siglo VI. En la parte superior de uno de sus hermosísimos mosaicos se pueden leer los tres nombres, de derecha a izquierda: Gaspar, Melchior, Balthassar.

San Beda en el siglo XII nos regala su imagen: Melchor viejo, cano, de larga barba, Gaspar joven y rubio y Baltasar de tez negra. Este retrato perdura y nos llega en numerosas y bellísimas representaciones pictóricas de todos los tiempos. Por otra parte, Baltazar significa “Dios protege al rey”, Gaspar “administrador del tesoro” y Melchor “rey de la luz”.

En el Medievo aparecieron sus reliquias en Tierra Santa y se trasladan a Milán. En el siglo XII son expoliadas por el emperador Federico Barbarroja, que las regala a la ciudad de Colonia. Una ingente peregrinación para venerarlas provoca la construcción de su catedral, una de las góticas más bellas del mundo.

La historia de los Reyes Magos es conocida a través de la tradición y la religión cristiana, pero nuevos descubrimientos científicos demostraron que el evento tiene más de histórico de lo que se cree.

En las traducciones de los textos evangélicos se habla de la estrella de Belén, pero en el idioma original del texto, “stella” tiene varias significaciones, por lo que esta famosa estrella podría ser también un planeta o una conjunción de varios. Esto es lo que creen algunos investigadores y científicos.

De esta forma, según se ha comprobado, la estrella de Belén es la conjunción de Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis. Los historiadores coinciden en que esto se produjo el año en que nació Jesús. Este descubrimiento explicaría como los Reyes Magos siguieron una conjunción de planetas real que los guió hacia el Mesías.

Estos datos extraídos de documentos arqueológicos y los conocimientos que aportan varios especialistas indican que los Reyes Magos no son una mera creación religiosa, sino que existieron en la realidad y forman parte esencial de la historia de los hombres.

Dios convocó a los Magos desde su conocimiento astronómico y sus creencias astrológicas. Los Magos buscaban la verdad y no desperdician en esa tarea ninguna pista, atentos a las señales del cosmos y de la historia. Una misma señal, una estrella, puede ser algo más que una estrella si uno no se conforma con verla, sino que intenta comprender su sentido.

Ellos durante el camino consultan sus saberes y su razón les impulsa a descubrir lo oculto, pero será de rodillas ante el Niño en brazos de su Madre, cuando la razón, iluminada por la Fe, comprende en plenitud el Misterio.

En el horizonte de la relación entre ciencia y fe, se podría decir que el episodio de los Magos es uno de los paradigmas más singulares: la relación entre la observación científica y la dinámica de la fe. Los Reyes Magos nos regalan la certeza de que fe y razón son proposiciones complementarias, tan necesarias ayer como hoy.

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