Magnates de la prensa, no dueños de la opinión

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news-of-the-worldLas actuales tribulaciones de Rupert Murdoch y de Silvio Berlusconi muestran que se puede ser un magnate de la prensa, sin ser capaz de dominar la opinión y de controlar la vida política. Si hay algún imperio mediático hoy día en el mundo, este es News Corporation, el grupo levantado por Rupert Murdoch, con ingresos de 23.200 millones de euros en 2010 y beneficios de 2.820 millones. Un emporio que mezcla periódicos serios influyentes (The Wall Street Journal, The Times), prensa sensacionalista (The Sun), múltiples periódicos en Australia, cadenas de televisión (Fox, parte de BSkyB), estudios cinematográficos (20th Century Fox), edición de libros (Harper Collins) y un larguísimo etcétera.

Fuente Aceprensa

Este despliegue de medios ha hecho que tradicionalmente Murdoch sea presentado como una fuerza mediática capaz de levantar y derribar gobiernos. Su espaldarazo habría sido decisivo para el triunfo del Nuevo Laborismo de Tony Blair, y, después, para la consagración de David Cameron. En Estados Unidos, la cadena Fox se considera el ariete contra la Administración Obama, y News Corp. no tiene inconveniente en donar un millón de dólares a la Asociación de Gobernadores Republicanos.

Y, sin embargo, en unas escasas semanas Rupert Murdoch se ve obligado en el Reino Unido a tomar la dolorosa decisión de cerrar el millonario tabloide News of the World, y de retirar su OPA sobre la plataforma de televisión BSkyB, pocas horas antes de que se debatiera en los Comunes una moción, que tenía el apoyo de todos los grandes partidos, para pedir a Murdoch que renunciara a esa operación de 8.000 millones de euros. Y además Cameron anunciaba la puesta en marcha de una comisión de investigación sobre las escuchas ilegales, con poderes para obligar a declarar bajo juramento, a la que los Murdoch han sido convocados. Ahora el gobierno y la oposición parecen rivalizar en su indignación y su agresividad contra el periodismo sensacionalista e invasor de la privacidad, alentado por los directivos de News Corp.

Lo curioso es que en pocas semanas el imperio de Murdoch en el que no se ponía el sol parece haberse eclipsado. Pero ¿no se nos decía que la influencia política de Murdoch era determinante en la política británica? ¿Que los políticos le rendían pleitesía para ganarse su favor? Ahora los mismos periodistas que denunciaban el poder omnímodo de News Corp. se ven obligados a explicar cómo es que los políticos buscan la yugular de Murdoch y la opinión pública que compra su prensa le reprocha sus métodos.

Lo más probable es que antes se exagerara la capacidad de influencia de Murdoch sobre el público y que ahora se dramatice su revés, imitando así el estilo sensacionalista que se reprocha a los tabloides.

Lavado televisivo de cerebro

También era opinión común que Silvio Berlusconi tenía en un puño a la opinión pública italiana con su hegemonía televisiva en la península, en la que se sumaba la cadena privada Mediaset y su influencia en la RAI a través del gobierno. Tras ganar varias elecciones, la última hace tres años, la oposición se desesperaba con los votantes, que seguían apoyando a Berlusconi a pesar de sus escándalos. Todo se explicaba por el lavado televisivo de cerebro.

Pero el mes pasado la mayoría de los electores respaldaron en referéndum cuatro iniciativas propuestas por la oposición (sobre energía nuclear, propiedad del agua, permiso para que el primer ministro y los ministros no acudan a juicio), desoyendo la invitación a la abstención del jefe del gobierno. Participó el 55,8% del cuerpo electoral, por encima del 50% necesario para que las consultas fueran vinculantes, y, como cabía esperar, casi el 95% de los que fueron a votar apoyaron las propuestas.

¿Cómo una opinión pública tan manipulada ha podido desautorizar al manipulador? Los cronistas que antes denunciaban el letargo del cuerpo electoral ahora saludan su despertar: “La opinión pública italiana, a la que muchos daban por anestesiada…” (entre esos muchos, el corresponsal de El País que escribe eso). De repente se descubre que “pese a haber vivido una larga era de manipulación y propaganda, la cultura política sigue viva en Italia”. La alegría permite al corresponsal abandonarse al lirismo: “Los italianos han hablado como un pueblo libre y han dado una lección de pasión democrática”. Se sobreentiende que cuando votaban a Berlusconi lo hacían como un pueblo esclavo.

Es fácil convencerse de que cuando la gente vota algo que no nos gusta es porque ha sido intoxicada y manipulada. Pero no estamos en regímenes de prensa y partido únicos. Hoy día en Europa hay la suficiente variedad de medios de prensa como para que ningún grupo imponga su visión particular y todos estén sometidos al escrutinio de otros. También en el caso de los problemas de Rupert Murdoch, pues  ha sido otro medio, The Guardian, el que ha ido desvelando las prácticas fraudulentas de News of the World.

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