El principio antrópico afirma que el Universo es como es para que en él pueda existir vida inteligente. Este es un tipo extraño de argumento dentro de la cosmología: la causa de que el Universo haya tenido unas condiciones iniciales determinadas es que el hombre existe. Estamos pues diciendo que un hecho actual es causa de otro que pertenece al pasado. Es una situación sumamente rara en las ciencias experimentales. ¿Hay algo que sin existir realmente pueda actuar? El principio antrópico afirma que sí.
Si hace un momento decíamos que este es un razonamiento insólito en Física, hemos de añadir que no lo es en cambio en filosofía. Es lo que desde Aristóteles se llama una causa final. Es una causa que influye sobre algo antes de existir completamente. No es algo tan extraño. Si se pregunta por ejemplo a un viajero por qué ha ido a una determinada ciudad podrá responder de dos modos (¡Incluso más de dos, si se tiene poca educación!). Uno típicamente experimental y observable: porque un avión le ha transportado. El otro absolutamente inobservable: porque tiene que pronunciar una conferencia. Evidentemente la conferencia real, la que pronunciará, no le ha llevado a la ciudad porque todavía no ha sido pronunciada. Es decir, porque todavía no es real.
Sin embargo, debe reconocerse que tiene algún tipo de realidad que es precisamente la idea “pronunciar una conferencia”, que se ha forjado en su ciudad de origen. Esa idea no es real, en el sentido fuerte de la palabra, sin embargo, ha de tener algún tipo de realidad porque de otro modo no podría actuar. Su realidad es la de ser una idea en una mente y, esa idea, al convertirse en objetivo de nuestro viajero (al querer realizar esa idea) es lo que le ha puesto en camino.
Aplicando estos razonamientos al principio antrópico, podemos preguntarnos: ¿Qué realidad tiene “la existencia del hombre” en los primeros momentos del Universo para que pueda actuar sobre las condiciones iniciales del mismo? Una posible respuesta es: ninguna. En este caso las condiciones iniciales se han dado casualmente y por eso estamos nosotros aquí. Pero esto, es el fin de la ciencia: si explicamos los fenómenos a partir de casualidades, hemos eliminado el concepto de regularidad en la naturaleza y, por tanto, el de leyes físicas.
La otra respuesta es: “tiene una realidad mental”. Alguien ha puesto unas condiciones iniciales para que actuando unas leyes determinadas aparezca la vida inteligente en un planeta llamado Tierra. En nuestro ejemplo anterior: nuestro viajero ha seleccionado el medio de transporte necesario para llegar a la hora conveniente, teniendo en cuenta la velocidad, distancia, etc. para pronunciar una conferencia.
Se dirá que este no es un razonamiento físico y habrá que contestar que efectivamente no lo es, ¿pero acaso solo son válidos los razonamientos físicos? Con frecuencia se repite que solo lo experimental es real, sin embargo, aplicando este principio de un modo reflexivo, es decir, sobre sí mismo, tendremos que concluir que ese razonamiento no es real: no hay ningún experimento que nos demuestre que sólo lo experimental es real. No podemos asignar la propiedad de ser real únicamente a lo experimentable. Dicho de otro modo: la ciencia experimental no es nuestra única fuente de conocimiento de la realidad. Hay otros modos de acceder a ella. Y uno de ellos es la metafísica.
Por eso, podemos concluir que la Física no nos demostrará la existencia de Dios porque cae fuera de su ámbito. Aquí podemos citar, un ejemplo, usado por Eddington: uno puede pescar con redes que tengan agujeros de un metro de diámetro, pero si las usa, no debe extrañarse de no pescar peces menores que los agujeros y, mucho menos, decir que no existen porque él nunca los ha pescado con esa red. En efecto, Dios cae fuera del ámbito de la Física, pero el físico es un ser humano, antes que físico, y cuando ha llegado a la frontera de la Física puede usar su razón de un modo nuevo: metafísico. Así podrá preguntarse no solo el cómo funciona el Universo, sino el por qué existe, que no es una pregunta científica, sino filosófica.
En conclusión, el principio antrópico no es un principio físico. Hunde sus raíces en lo observable, pero nos permite plantearnos el por qué del mundo y así podemos llegar a Dios.