Más allá de la vida

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 Director: Clint Eastwood  

Guión: Peter Morgan. Intérpretes: Matt Damon, Cécile De France, Bryce Dallas Howard, Frankie McClaren, Jay Mohr, Richard Kind, Thierry Neuvic. 129 minutos. Jóvenes.

Fuente: Juan Claudio Matossian-Aceprensa  
 
Clint Eastwood cumplió 80 años el pasado mes de mayo y lo ha celebrado con Más allá de la vida, una película en la que demuestra una vez más que no está dispuesto a amilanarse y dejarse llevar por la comodidad. Al realizador nacido en San Francisco se le acusa de ser excesivamente clásico. En lo formal puede ser, pero lo cierto es que desde Mystic River, Eastwood no ha hecho más que tomar riesgos. Basta recordar la temática de Million dollar baby, Cartas desde Iwo Jima o Gran Torino. En su nuevo filme se asoma a la vida después de la muerte. Si eso no es valentía en un hombre octogenario, que venga Dios y lo vea.

La película cuenta las historias de tres personas afectadas por la mortalidad de diferente manera.. Un americano sencillo (Matt Damon, muy bien, como siempre), que siente como una maldición un poder adquirido para comunicarse con los muertos; una periodista francesa (Cécile De France), a la que sobrevivir al tsunami del Índico le cambia la percepción que tiene de la vida. Y un muchacho inglés (Frankie McClaren), que se siente completamente desamparado al quedarse sin su ser más querido.

El libreto de Más allá de la vida es del británico Peter Morgan (The Queen, El desafío: Frost contra Nixon), uno de los guionistas más brillantes de la actualidad. Sería de esperar que el resultado del tándem que forma con Clint Eastwood fuese algo cercano a la obra maestra. Tan altas expectativas lastran al filme, que se queda algo lejos de las mejores obras tanto del realizador como del guionista, aunque tiene una entidad incuestionable.

El principal problema que presenta la película son unas caídas de ritmo brutales. Hay demasiadas fluctuaciones, relleno y concesiones a lo lacrimógeno (especialmente en la historia del niño) para que pueda llegar al sobresaliente. Problemas por otra parte bastante recurrentes en este tipo de filmes de historias independientes con un nexo en común que se acaban entrecruzando al final. Pese a que Hollywood ha repetido en numerosas ocasiones esta fórmula en los últimos tiempos, lo cierto es que raras veces funciona.

Por otro lado, el filme trata con enorme fuerza, honestidad e inteligencia uno de los temas más difíciles de tratar en el cine. No hay una posición clara ni un punto de vista religioso determinado sobre la vida después de la muerte, pero sí hay una reivindicación poderosa sobre su anhelo, sobre la búsqueda de respuestas y, sobre todo, sobre la necesidad espiritual en un mundo que cada vez intenta rechazar con más fuerza todo lo que tenga que ver con ello.

Mención aparte merece la secuencia del tsunami: arrolladora, espectacular e impecablemente rodada. Una prueba más de que Eastwood se atreve con todo

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