El número de mujeres en los consejos de administración en las empresas que componen el Ibex-35 ha crecido en el último año y también ha aumentado el de los consejeros independientes. Este cambio supone un paso adelante en diversidad y un avance en el cumplimiento de las recomendaciones del Código Unificado de Buen Gobierno, según las conclusiones del X informe sobre Juntas Generales de Accionistas de empresas españolas, cuyos resultados resume el último número de la revista IESE Insight.
Una conclusión es clara: la perspectiva de las mujeres en los debates en las empresas es esencial.
FUENTE: aceprensa
En el artículo se destaca que en general el número de consejeros por empresa ha disminuido –ha pasado de 14 a poco más de 13 de media–, por lo que ya son mayoría las compañías que respetan el máximo de 15 consejeros recomendado. La reducción en número va unida a una mayor independencia entre los representantes que se sientan en la mesa. En casi la mitad de las empresas entrevistadas los independientes suponen el 48,3 por ciento de los puestos en los consejos, cuando un año antes la proporción era cuatro puntos inferior.
En favor de la variedad también juega la presencia de directivas: entre 2008 y 2014 la presencia femenina ha pasado del 15 al 17%, es decir, en 2014 hubo ya 76 consejeras en el conjunto de firmas del Ibex-35, frente a las 28 de hace seis años. Este resultado se valora de modo positivo, pese a que todavía resulta ligeramente inferior a la media europea y al objetivo del 40% que la Comisión Europea se ha fijado para 2020. La investigación, que ha sido desarrollada IESE-IRCO y la consultora Inforpress, concluye que aunque solo se analizan las empresas del Ibex-35, los datos pueden servir para prever una tendencia en las compañías españolas cotizadas en bolsa.
La investigación presentada por el IESE no entra a analizar las ventajas concretas que aporta la presencia femenina en los órganos máximos de las empresas, en cambio, sí lo hacen otras instituciones que recientemente han unido el resultado económico a la mayor proporción de mujeres o de otros indicadores de diversidad por grupos raciales o étnicos. Según un artículo de The Wall Street Journal, la consultora McKinsey analizó 366 empresas de 6 países y concluyó que los gobiernos empresariales con diversidad de género entre sus directivos eran un 15% más proclives a dar resultados económicos por encima de su sector y hasta un 35% si esa variedad era étnica.
Para McKinsey, la diversidad consigue mejores datos financieros como consecuencia de una política general de recursos humanos más exigente, la orientación al cliente, la satisfacción de los empleados y un sistema de toma de decisiones más cualificado, factores que McKinsey ya detectó en su encuesta sobre la diversidad.
Pero una cosa son las conclusiones de los informes y la exigencia de buenas prácticas de gobierno a la empresas, y otra la vida real de las instituciones y grupos influyentes. En un artículo reciente el director general de Foreign Policy Group, David Rothkopf, se lamentaba de la escasa presencia de mujeres en Davos. Los organizadores “no pueden excusarse en la poca presencia de mujeres directivas en los gobiernos o las empresas”, decía, pues en los datos de inscripción solo el 30% de los asistentes proceden de la empresa y el 2% de los gobiernos.
Para Rothkopf, si se mira el orden del día de las reuniones –economía, política, salud, educación, clima, lucha contra los extremismos o búsqueda de una estabilidad social–, se concluye que “no puede haber un debate serio o con resultados efectivos sin incluir la perspectiva de las mujeres”. .