Más revelaciones sobre el supernegocio del aborto

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farmaceuticasHemos sabido que, poco antes del brote de la denominada gripe porcina , se reunieron en la Ciudad de México ministros de Salud y Educación con la intención de llegar a acuerdos para frenar la lacra social del sida en Latinoamérica y el Caribe. En el acontecimiento, delegados del área caribeña propusieron introducir el impulso de la abstinencia antes del matrimonio y de la fidelidad después de los esponsales, como fórmula probada y eficaz para luchar contra la expansión de las enfermedades de transmisión sexual. Estas propuestas sorprendentemente fueron rechazadas.

En otro ámbito relacionado con el problema, los laboratorios estadounidenses Pfizer han adquirido Wyeth y han satisfecho 50.000 millones de euros. La operación refuerza a uno de los colosos del medicamento. Pero Wyeth vende condones, píldoras abortivas y anticonceptivas. Por ello, Pfizer amplía con esta adquisición su cuota de mercado en el negocio de la muerte. Muchos usuarios reaccionan adquiriendo fármacos alternativos con el mismo principio activo. Así que, laboratorios como Bayer o el propio Pfizer, esconden la prescripción del medicamento bajo el título de “anticonceptivos de emergencia.”

A lo largo de la historia, el ser humano ha instruido a sus hijos en la disciplina de modo que se tornaran en personas adultas. Sin embargo, durante los últimos años, la sociedad se ha esforzado en preparar a los jóvenes, no para que consigan ser mayores, sino para que sean adolescentes perennes, incapaces de realizarse como hombres.

La consecuencia es clara. En muchos jóvenes todo está orientado al propio deleite personal. Ya no sirven los juguetes sino las drogas; ya no sirven los esféricos sino el alcohol; ya no sirven las golosinas sino el sexo.

¿Quiénes ganan? Los fabricantes de condones que se enriquecen con el apasionamiento sexual de muchos jóvenes que en muchos casos acaban en los chiringuitos abortistas, como Planned Parenthood, que florece con unas ganancias millonarias.

Por ello sorprende la «ingenuidad» de los Ministros de Salud y Educación, al obstaculizar el impulso de la abstinencia antes y la fidelidad después de los esponsales, porque con su actitud no consiguen la felicidad de los adolescentes, sino apartar de ellos todo tipo de equilibrio personal. Propagan el preservativo y el comprimido del día después, porque estos hábitos ofrecen “placer sin consecuencias”, mientras que la abstinencia y la fidelidad exigen disciplina y arrojo, que buena parte de la juventud actual rechaza .

Si se educara a los adolescentes, éstos se fortalecerían, lo que haría más espinoso manosear sus inclinaciones en relación con el consumo y resultaría mucho más difícil que los fabricantes de preservativos obtuvieran las millonarias ganancias que están percibiendo en la actualidad.

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