La Nueva Ley del Aborto y la Píldora del Día Después (PDD) plantean una de esas situaciones donde las autoridades públicas emprenden estrategias de comunicación y acciones legislativas que desconfían radicalmente de la respuesta libre de las personas ante los estímulos que reciben. Se asume que el autodominio es imposible.
Así, en lugar de profundizar en la causa de los embarazos en los adolescentes, se intenta liquidar asépticamente sus efectos. Pero la Ley del Aborto y la PDD no resuelven los problemas de fondo. Y es que, de esta forma, la opinión pública recibe un mensaje erróneo: que las relaciones sexuales no tienen consecuencias, cuando jóvenes y mayores sabemos que no es así.
Vivimos en una cultura marcada por la necesidad de gratificación inmediata. Queremos las cosas cuanto antes, ¡ya!. Sin embargo la madurez se alcanza con el autodominio, el sacrificio y la moderación, principios de los grandes logros humanos que celebramos en el deporte, en la empresa, en la cultura… Los jóvenes admiran los héroes, líderes que han sabido hacer realidad sus ideales desde la cultura del esfuerzo. Debemos mostrar, por tanto, la belleza de una vida donde hay esperanza porque los demás no son objetos, sino personas. Y las personas se forjan en la paciencia y en el respeto.
No podemos comunicar a los adolescentes otra cosa. Si dejan que sus deseos les gobiernen, serán presa de las adicciones, porque el hombre es víctima de sus excesos. Y ningún aborto o píldora ayuda al que ha perdido su voluntad.
Urge un cambio de estrategia de comunicación: la que llevará a los adolescentes a ser mejores, a optar por la vida y la esperanza. Sin atajos. La que les llevará algún día a ser madres y padres felices.
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