Hoy en día es muy frecuente que determinados políticos nos hablen de la república como la panacea para España. Según estos doctrinarios solo en una república podría darse una España moderna, laica, con plena igualdad y digna de sí misma.
Pero, ¿qué ventajas podría tener actualmente una república en España? Teniendo en consideración el carácter plurinacional de algunos sectores del pueblo Español, creo sinceramente que cambiar la forma de Estado en república no devengaría ventaja alguna, más bien todo lo contrario. Voy por partes:
Se alega que sería menos costosa. Yo no veo tan claro que un jefe de Estado elegido vaya a resultar más económico. Tendría una residencia digna al estilo de la Zarzuela. Basta con recordar como lo primero que hicieron los presidentes republicanos fue instalarse en el Palacio Real. Y todo ello con los gastos de seguridad, banquetes, recepciones, desplazamientos, representación… Por ejemplo, en Italia que fue una monarquía y ahora es una república, el presidente cuesta unas diez veces más que el rey español. A estos costes tendríamos que añadir los que generan las correspondientes elecciones y el mantenimiento de los jefes de Estado salientes, con sus sueldos, residencias, despachos, seguridad, etc.
Otro aspecto importante es el relativo a la imparcialidad. A la hora de la verdad, un jefe de Estado elegido va a ser un político más, seguramente de los retirados, con una clara identificación con un partido determinado y unas políticas concretas, que por mucho que lo intente minimizar su percepción va a ser esa, con lo cual el Estado perderá la única alta institución despolitizada.
En cuanto a la representación, seamos sinceros, la monarquía estampa al Estado con una especie de marca reconocible en todo el mundo, alguien que transmite la cultura, historia y tradición del país. Perder esa marca no sería perder poco. Ningún otro representante español impactaría de la misma manera. ¿Cuántas personas conocen en la actualidad quienes son los jefes de Estado de Italia, Grecia, Portugal o de Alemania?
Algunos alegan también que no quieren reyes porque ellos no han elegidos por el pueblo. Se olvidan que en España sí que se votó la monarquía, que el pueblo español apoyó masivamente, lo que no se votó en su momento fue la república como forma de Estado.
Y es que tenemos que reconocer que en España algunos han idealizado la república. Eso podía tener sentido, y de hecho lo tenía, cuando la alternativa eran las monarquías absolutistas del antiguo régimen. Con la transformación de las monarquías en constitucionalistas o parlamentarias, la diferencia carece de sentido, pues los derechos ciudadanos se respetan exactamente igual, incluso más, según si el modelo republicano escogido es muy presidencialista, lo que en ocasiones encubre perfectas dictaduras bajo ese paraguas, como por ejemplo era la RDA (antigua República Democrática Alemana, o sea, la Alemania comunista).
Por otra parte, los precedentes nefastos de la república en España y el carácter terriblemente individualista de los españoles no la hacen nada recomendable. Cuenta Emilio Castelar, presidente de la primera república que muchos alcaldes de pueblos pequeñísimos acudían a palacio a pedir una ‘republiquita’. El gobierno estaba aterrorizado. “España se nos partía, España se nos dividía”. Todo el mundo quería ser jefe de Estado.
La Segunda República tampoco fue un ejemplo democrático a seguir, como nos quieren vender. La constitución de la Segunda República se aprobó sin ningún referéndum. Se tuvo censura de prensa, también en el cine y en las obras de teatro, con duras limitaciones a la libertad de expresión. Se lesionaba la libertad religiosa y se carecía de libertad de enseñanza, que debía ser laica. Entre otros desmanes, se reventaron elecciones y se produjeron asesinatos políticos.
Manuel Azaña, posiblemente el político más recordado, citado y celebrado por todos los republicanos, dejó escrito- entre otras muchas cosas- en sus memorias, sobre la república: “Política tabernaria, incompetente, de amigachos, de codicia y botín, sin ninguna idea alta”. Para sonrojo de aquellos republicanos, la democracia llegó a España con la Monarquía.
Como decía Napoleón, “el que quiera hacer historia, primero que aprenda de ella”.
Artículo de Emilio Montero Herrero