Neandertales en Nueva York

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La que le ha caído a Adolfo Suárez por denunciar el aborto ha sido la mundial. Ya sabemos que hoy es imposible salirse de una cierta corrección política y en esta hora, esa corrección impide denunciar ningún tipo de aborto. Ni siquiera la nueva y brutal ley del aborto del Estado de Nueva York.

Yo no creo que Suárez se equivocara cuando dijo que esa ley permite matar al niño que sobrevive a un aborto. Recordemos que esta ley del 22 de enero de 2019 permite abortar hasta el momento del parto. Por lo tanto, con un cuerpo completamente formado, es posible que el bebé sobreviva al intento de matarlo. Tan es así que la sección 4.164 de la Ley de Salud Pública de Nueva York, relativa a los casos en los que un bebé sobrevive a un aborto, establecía que «cuando se practica un aborto después de la duodécima semana de gestación, además del médico que practica el aborto, debe estar presente otro médico para prestar asistencia médica a cualquier feto que sobreviva al aborto.» Añade igualmente: «Ese niño recibirá inmediatamente protección legal bajo las leyes del Estado de Nueva York». Pues bien, la ley promulgada el pasado mes de febrero elimina esta sección 4.164, lo que implica que a esos niños que puedan salir vivos del vientre de sus madres se les puede dejar morir.

Fuente: Ramón Pérez-Maura – ABC

A mí me gustaría que alguien me explique cómo puede entenderse que no es matar el que a un niño con vida, en un quirófano hospitalario, en presencia de dos médicos, se le deje morir. Evidentemente no se explicita que se le puede dejar morir. Pero ¿por qué se abole la sección de la ley que protege expresamente a esos niños? Si esa sección de la ley existía era porque había una necesidad de proteger a seres humanos concretos. Si se repele esa sección es porque se va a dejar de protegerlos. Eso lo entiende cualquiera. Y eso es matar.

A mí me preocupa mucho vivir en una sociedad en la que se denuncia a un político que tiene el valor de decir que hacer eso es matar. Lo repetiré cuantas veces haga falta. Occidente es hoy una sociedad profundamente enferma, y yo sí creo que eso se parece mucho a lo que hacían los neandertales. Negar la evidencia una y otra vez no da la razón a quien lo hace.
Nuestra política ha entrado en una fase en la que los partidos no quieren hablar de nada que les resulte incómodo. Y hablar de valores es como mentar la bicha. La vida debe ser un valor supremo. No por razones religiosas.

El derecho a la vida no tiene nada que ver con la religión. Es el derecho más básico que puede haber porque sin él, ningún otro derecho tiene sentido. Quienes nos llaman retrógrados a quienes pensamos así deberían saber que los retrógrados son ellos. Porque aunque hoy se mate al no nacido de forma mucho más aseada que a finales del Pleistoceno, el acto de abortar es el mismo.
Vivimos en una sociedad empeñada en defender los derechos de los animales, una sociedad en la que hay partidos que pueden negar el derecho a cazar bestias salvajes y a los que les da la razón un Tribunal Superior de Justicia como el de Castilla y León, pero una sociedad en la que no se puede defender el derecho a la vida de un no nacido. Y ahora, tampoco del recién nacido como decía Adolfo Suárez el pasado jueves.

Hay demasiado temor a decir la verdad. Prefieren no meterse en líos. Hablar del aborto es un problema. Y, cuando dices una verdad como la que dijo Suárez tienes que salir a disculparte horas después. Así nos va a todos.

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