El presidente venezolano Nicolás Maduro y su flamante grupo de asesores han determinado crear “La Misión Jóvenes de la Patria” con el objetivo de dar mayor protagonismo a las nuevas generaciones. Para congratularse con los jóvenes repartió condones y les prometió la construcción de laboratorios para la fabricación de preservativos y de esta forma “blindar a la patria de embarazos precoces”.
Hace unos meses los estudiantes hicieron temblar la candidatura de Nicolás Maduro a través de la “Operación Libertad”: huelgas de hambre, manifestaciones y acciones como coserse los labios, acapararon la atención de los medios de comunicación internacionales.
Nicolás Maduro se tendrá que asociar a los laboratorios Pfizer que adquirieron a la multinacional Wyeth por 50.000 millones de euros. Wyeth fabrica y vende condones y píldoras abortivas, por ello, Pfizer amplía con su mayor cuota de mercado el negocio de la muerte. Muchos usuarios reaccionan adquiriendo fármacos alternativos con el mismo principio activo. Así que, laboratorios como Bayer o el propio Pfizer, esconden la prescripción del medicamento bajo el título de “anticonceptivos de emergencia.”
Por otra parte, en la Ciudad de México se congregaron, hace algún tiempo, los ministros de Salud y Educación para frenar la lacra social del sida en Latinoamérica y el Caribe. En el evento, delegados del área caribeña resolvieron introducir el impulso de la abstinencia antes del matrimonio y de la fidelidad después de los esponsales. Estas propuestas fueron rechazadas radicalmente.
Es cierto que durante los últimos años, la sociedad ha preparado a sus hijos, no para que consigan ser mayores, sino para que sean adolescentes perennes, incapaces de realizarse como personas adultas. Esto se evidencia en la conducta de los muchachos, que son mezquinos por el arranque hacia la búsqueda del deleite individual. En muchos jóvenes ya no sirven los juguetes sino las drogas; ya no sirven los esféricos sino el alcohol; ya no sirven las golosinas sino el sexo.
¿Quiénes ganan? Los fabricantes de condones que se enriquecen con el apasionamiento carnal, cuyas jóvenes acaban en los chiringuitos abortistas, como Planned Parenthood, de ganancias millonarias. De ahí la ingenuidad de los Ministros de Salud y Educación, pues se han enfrentado con el negocio millonario de la venta de preservativos y abortivos, cuyo interés real no es la felicidad de los adolescentes, sino apartar de los jóvenes todo tipo de equilibrio personal para alejarles de la abstinencia antes y la fidelidad después de matrimonio.
Propagan el preservativo y el comprimido del día después, porque estos hábitos ofrecen “placer sin consecuencias”, mientras que la abstinencia y la fidelidad exigen disciplina y arrojo, que una parte considerable de la juventud actual rehúsa.
Si se educara a los adolescentes, éstos se fortalecerían, lo que haría más espinoso manosear sus inclinaciones en el consumo. Como resultado, la especulación de los fabricantes de preservativos no obtendrían las millonarias ganancias que vienen logrando.