“Un gorila llamado Harambe ha muerto de un disparo en el zoológico de Cincinatti para evitar que dañara a un niño pequeño que cayó en su jaula. Y un titular del Huffington Post resume: ‘DEP: un gorila cautivo tiroteado’. ¿Descanse en paz? Fue un animal el que murió, y hasta donde conocemos, los animales no necesitan ningún obituario”, señala Carolyn Moynihan en MercatorNet.
Fuente: MercatorNet
Sobre el revuelo que ha causado la muerte del primate, la periodista reflexiona, no sin cierta indignación: “Pudo haber sido el chico de cuatro años en vez del gorila, en cuyo caso, el EPD tendría sentido, porque el niño es un ser humano, según un sistema de creencias convencional; es un alma inmortal que, si todo va bien, está destinada al descanso eterno. Dada su inocencia, incluso esos piadosos deseos pueden ser superfluos para él”.
La periodista advierte, entonces, una terrible paradoja: “El punto es este: ¿Por qué hay más pesar en Internet por un gorila que por 700 refugiados que se hundieron esta semana en el Mediterráneo? ¿Dónde están las vigilias? ¿Por qué tenemos a más de 277.000 personas que firman una petición de ‘Justicia para Harambe’, que exige que los padres del niño sean procesados por negligencia?”.
“Hay quienes piensan –añade– que se debía haber dado a Harambe el beneficio de la duda, al menos unos pocos minutos, o incluso segundos, lo que demorara en hacer efecto un dardo tranquilizador. Pero unos segundos más de contacto íntimo con los 180 kilogramos de Harambe podían haber sido fatales para el pequeño, que ya había sido arrastrado alrededor de la jaula, mientras su cabeza se golpeaba contra las paredes de concreto”.
Moynihan subraya que, en efecto, la muerte de Harambe es lamentable, pero era, al mismo tiempo, lo correcto “si valoramos la vida de los niños más que la de los animales”. Por ello, se escandaliza al leer un blog del Huffington Post que carga toda la responsabilidad a la “negligencia casi criminal” de los padres y del zoológico, y al propio hecho de que se mantengan animales en cautiverio. El blogger, Bernie Shine, había llegado a decir que el gorila era “el único personaje inocente en esta tragedia”.
“Puedo estar de acuerdo con él –señala la periodista– en que los zoológicos son sitios tristes e innecesarios en nuestros días, cuando todo puede ser visto en películas en 3D, pero hay un tiempo y un lugar para todo, y el rescate de un niño no es momento para hacer un manifiesto por los derechos de los animales”.
Además, Moynihan anota que algunos intelectuales, como el filósofo Peter Singer, partidario de conceder derechos legales a los grandes primates, pueden estar de acuerdo con los planteamientos de Shine. “Con un liderazgo como ese, que difunde la confusión sobre el valor relativo de la vida humana, difícilmente puede sorprendernos que, entre los manifestantes en el zoo, hubiera un chico con una pancarta que rezaba: ‘Protejan a los animales. Mantengan lejos de su hábitat a los pequeños monstruos’”.
“Si no tienes una brújula moral, puedes terminar en lugares bastante extraños”, concluye.