Según UNICEF la mortandad infantil ha tenido de un significativo declive. Ha pasado de 90 defunciones de niños menores de 5 años por mil nacidos en 1990 a 65 fallecimientos por mil en 2008, un 28% menos.
El objetivo fijado en el año 2000, por la Cumbre del Milenio de la ONU, pretende el descenso de dos tercios, hasta el 30 muertes por mil, en 2015. La recuperación se debe a los planes masivos de prevención, entrega de mosquiteros y distribución de fármacos vitamínicos. Pero el mas barato y eficaz de todos es el empleo del zinc contra la descomposición.
Según las evaluaciones de la OMS, el 37% de mortandad infantil es neonatal. El principal motivo de agonía, hasta los 5 años, son las dificultades respiratorias penetrantes, con un 17%, seguidas por descomposiciones, un 16%, que predicen 1,4 millones de fallecimientos de críos cada año. El paludismo, con el 7% emerge en cuarto lugar, otras dolencias parasitarias, con el 9%; el VIH, con un 2% es el octavo motivo de agonía.
Contra la diarrea, en chiquillos de países indigentes en las últimas décadas, la principal defensa ha sido la terapia de rehidratación bucal. Los saquitos de hidrato de carbono y sal para beber, licuados en agua, reparan la deshidratación que terminaría produciendo la expiración del crío. Eric Swedberg, de la ONG Save the Children juzga que; “las madres no ven que la terapia de rehidratación oral sea un verdadero tratamiento”.
La validez del zinc contra la descomposición fue divulgado por estudiosos estadounidenses de la Johns Hopkins University, que lo ensayaron con chiquillos de Nueva Delhi. Probados los efectos, se comenzó a dispensar en otras zonas de la India, así como en Bangladesh, Pakistán y Mali.