«Yo sólo sabía que no podía. Yo sólo sabía que tenía que conservarlo y hacer las cosas lo mejor que pudiera. No sabía cómo iba a hacerlo, pero lo que sí sabía es que no podía, que no podía abortar. Tenía que dar lo mejor de mí misma. Tenía que ver qué hacer. Y estaba dispuesta a hacer lo que hiciera falta».
Y a base de esfuerzo demostró que era capaz de sacarlo adelante. Pero antes de eso, vino el parto. Pattie dice que la primera vez que oyó llorar a Justin Bieber, le pareció que era música lo que oía: «Sé que parece una locura, pero sonaba como si estuviese cantando. ¡De verdad! ¡Oh, Dios mío, era tan precioso, tan increíble!».
Un entusiasmo que comparten ahora muchas de sus seguidoras, gracias a la valentía que mostró hace unos diecinueve años, ante las dificultades de la vida y frente a soluciones fáciles como abortar. Pattie Mallette, madre de Justin Bieber, tuvo una juventud difícil y cargada de problemas, como la depresión que sufrió por haber sido víctima de abuso sexual y que casi la condujo al suicidio por la ‘vergüenza y culpa que sentía’.
En su libro ‘Nowhere But Up: The Story of Justin Bieber’s Mom’, Pattie Mallette también cuenta cómo esta situación la llevó a la drogadicción y al alcohol, hasta que todo cambió cuando quedó embarazada. Pese a que no quedaba bien ser madre soltera, fue alentada a abortar, de alguna manera Pattie Mallette no lo tomó como una alternativa: ‘Solo sabía no debía hacerlo (abortar). Simplemente sabía que tenía que conservarlo (su bebé)’. ‘No tenía ni idea de cómo iba a hacerlo, pero solo sabía que no podía abortar”. “Tenía que dar lo mejor de mí. Estaba determinada a hacer lo que fuera necesario’, manifestó Pattie Mallette.
Por otra parte, Estados Unidos ha registrado casi 50 millones de abortos desde que la Suprema Corte legalizara esta práctica en 1973, y las estadísticas apuntan a que el 35% de las estadounidenses habrán interrumpido voluntariamente un embarazo (un asesinato) antes de tener 45 años. El 26% de los abortos que se han producido en estos casi 40 años correspondieron a mujeres afroamericanas, quienes son cuatro veces más propensas a interrumpir su embarazo que el resto de las estadounidenses, según datos del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos.
“Una sociedad abortista se hace inhóspita. Con el tiempo, reinará la tiranía y la arbitrariedad en todos los ambientes. Es como una enfermedad infecciosa que se contagia”, afirmó Jutta Burggraf, profesora de la Universidad de Navarra.