Sabiendo Dios que es débil la criatura,
su amor puro le da incondicional;
sin duda no merece tal ventura,
a tenor del pecado original.
Solamente María, fiel y pura,
con su mente dispuesta y virginal,
mereció ser honrada con holgura
como Reina del mundo celestial.
Pero Jesús, humilde y entregado,
nos dio junto a la cruz parte del Cielo
que podemos tener a nuestro lado
y nos sirve en las penas de consuelo:
fue su Madre el último legado,
Santa María del Monte Carmelo.
MONTE CARMELO (KARMEN-EL)
Si está unido tu sarmiento
a la viña del Señor,
irás creciendo por dentro
hasta dar frutos de amor;
esos racimos granados
de las más hermosas uvas
son señal de que has llegado
en tu amor a gran altura;
si sigues este camino
que sube al Monte Carmelo,
el final de tu destino
encontrarás en el Cielo.
UN RAYO MARIANO
Me llega desde Toledo
la noticia de una historia
como caída del cielo,
aunque parezca ilusoria.
Los santos Justo y Pastor
fueron los mudos testigos
de lo que allí aconteció
y yo ahora te repito.
En caso de una tormenta,
hoy parecemos seguros,
pero no nos damos cuenta
de riesgos inoportunos;
así, sucedió que un rayo
-el por qué nadie lo sabe-
fue católico y mariano
en las vísperas del Carmen.
Y cruzando temerario
por el altar de la Virgen,
se arrodilló ante el Sagrario
saludando al despedirse.
Como no hizo ningún daño,
la historia termina bien
y vive para contarlo
mi buen amigo Javier.