“De manera desastrosa,
desperdicio lo que valgo:
cambio familia amorosa
por orfandad sin arraigo;
cambio brillante futuro
por el final más amargo,
cambio mi barco seguro
por los restos de un naufragio;
cambio alas poderosas
para poder volar alto,
por la liga pegajosa
de los vicios y pecados;
cambio la luz y belleza
que iluminaban mis actos,
por las nubes más espesas
y los más negros presagios…”
Así se comporta el hombre
si está de Dios apartado:
en vez de un vuelo que asombre,
prefiere quedarse en barro;
en vez de un Padre que espera
al hijo abiertos los brazos,
busca soledad eterna,
en el infierno atrapado.