SEMANA SANTA 2010
Te doy gracias, Señor, por mis miserias;
te doy gracias, Señor, por mis errores:
por ellas no pierdo la cabeza,
por ellos se van las ambiciones;
cada vez que me cruzo con la gloria
o que pienso ser más que los demás,
me recuerdan que tengo mucha escoria
y que al cabo también yo soy mortal.
Es el hombre un ser menesteroso,
que, por más que tenga inteligencia,
necesita de Dios y de los otros
y armarse de valor y de paciencia;
que la lucha por seguirte nunca acaba
y el desánimo aparece en el camino
cuando más se confían mente y alma,
deslumbradas por los guiños del destino.
Contamos con la ayuda de la Gracia,
del Amor de un Padre siempre atento,
el consuelo de la Fe y la Esperanza
de saber que al final existe el Cielo.