EL DISCURSO DE LA VIDA
La niñez despreocupada
entre juegos e ilusiones
va preparando el mañana,
forjando los corazones;
de jóvenes, parecemos
fortaleza inexpugnable,
por la que no pasa el tiempo
ni le tiene miedo a nadie;
estando en su plenitud,
el hombre se hace consciente
de que ya la juventud
se la llevó la corriente;
y estando próximo el río
para abocarse a la mar,
vuelve a hacerse como niño
hasta que descanse en paz…
El discurso de la vida
a los hombres nos educa:
somos como flor de un día,
árboles de hoja caduca.