EVANGELIO DEL SUFRIMIENTO
(“Dejadme ir a la casa del Padre” Juan Pablo II)
He conocido el dolor y la muerte
desde los tiernos años de mi infancia;
me fueron haciendo sereno y fuerte,
siempre presentes a corta distancia.
Cuerpo y alma entregué por defenderte,
rozando del martirio la fragancia;
en las manos de Dios quedó mi suerte
y así Él venció del mundo la arrogancia.
Se presentó por fin la enfermedad
que escenifica mi postrero encuadre
y tengo que afrontar la realidad;
se que el manto bendito de mi Madre
me protege contra la iniquidad…
¡Dejadme ir a la casa del Padre!.