Poesía solidaria: «homenaje al Juan Pablo II en su canonización»

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¡LEVANTAOS! ¡VAMOS!

(Dedicado a Juan Pablo II,
por su libro que lleva este mismo título)

En esta historia de Amor,
de camino hacia la meta
que sólo conoce Dios,
ten el alma siempre alerta.

Te acecha la tentación
de ideales sedentarios,
de que vivirás mejor
si estás cruzado de brazos;
se dice que es maldición
la obligación del trabajo
y llegas a ser obsesión
vivir pronto jubilado.

Si no vives vigilante,
te expones a fracasar:
quien no marcha hacia delante
va caminando hacia atrás.

Y, mientras algunos duermen,
se oye una voz invitando
que de la abulia previene
a gritos: ¡Levantaos! ¡Vamos!.

 

ALGUIEN DESVIÓ ESTA BALA…

(En recuerdo al 13 de mayo de 1.981, en la Plaza de San Pedro
del Vaticano)

Sucedió en el mes de mayo,
cuando se derraman gracias,
mientras el pueblo cristiano
reza a la que es su esperanza.

Sucedió en el mes de mayo,
el mismo día que en Fátima
de María emocionados
la venida celebraban.

En ese trece de mayo,
mientras saludaba el Papa,
entre el pueblo agazapado
un pistolero esperaba;

en ese trece de mayo,
no iba a cumplirse su hazaña:
por aquel asesinato
no recibiría paga;

en ese trece de mayo,
su puntería no falla…
pero falló el atentado:
Alguien desvió la bala…

Y ya ese trece de mayo
se recuerda en alabanza
de la Virgen que ha mostrado
su amor maternal al Papa.


ESPÍRITU SANTO: PERSONA-DON

(Dominum et vivificantem, p. 22
Juan Pablo II)

Soplo de Dios, que da Vida;
soplo sobrenatural,
que hace al alma decidida,
testigo de la Verdad;

fuente que mana agua viva:
de este eterno manantial
brota el agua saltarina
que lleva a la eternidad.

Es una Persona-don,
miembro de la Trinidad;
es Espíritu de Amor
y de la Iglesia guardián.

 

NOS DAS A GUSTAR EL PAN ETERNO

(“ME LIBRASTE DEL TERROR DE LA NOCHE// Y ME
DISTE EL GUSTO DEL PAN ETERNO” de la “Canción sobre el
sol inagotable” de Karol Wojtyla)

En algunos momentos de la vida
nos sorprende el dolor y la tristeza,
dejándonos el alma dolorida
y la mente perpleja de extrañeza.

Parece que la senda está perdida,
oculto tu camino en la maleza,
y casi por el daño se te olvida
que el gozo vuelve al alma cuando reza.

Al ver que la salud nos abandona,
nos creemos en las puertas del infierno
y la mente embotada no razona.

Para darnos tu Amor inmenso y tierno,
te quedas con nosotros en persona
y nos das a gustar el Pan eterno.

 

DOMINGO: EL DÍA DEL SEÑOR

(“Dies Domini: el día del Señor”. Carta Apostólica de SS. Juan
Pablo II, 31 de mayo de 1.998)

¡Ven! Jesús el domingo resucita
y ese día te quiere ver de fiesta;
ven a la Acción de Gracias, que te invita,
Banquete en que su Amor nos manifiesta.

El mundo en su sopor triste dormita.
¡Ya es hora que despiertes de la siesta!.
Es Dios quien te llama, y solicita
que tengas la cabeza bien inhiesta.

Es el domingo el mayor de los días,
porque es día de la resurrección,
fuente de amor, motivo de alegrías;

día para el descanso y diversión,
de recuerdo de Dios en quien confías
y a quien le pides todo en la oración.

 

MYSTERIUM LUNAE

(Dedicado a Juan Pablo II, que cita a San Agustín en la Carta
Apostólica NOVO MILLENNIO INEUNTE)

Ves como brilla en la noche
la luna en el firmamento,
pero su luz bien conoces
que es solo del sol reflejo…

así es el brillo del hombre
que pone su fundamento
en la Persona que entonces
nos hace nacer de nuevo:

solo en Jesús reconoces
la luz de ese Sol eterno
que ilumina el horizonte
y da vida al Universo.

Como la luna se esconde
y deja a oscuras el cielo,
a veces igual el hombre
deja de dar luz por miedo;

Dios a su Palabra acorde
sigue por Amor atento:
es buen Padre que le acoge
y Sol que sigue luciendo.

 

EVANGELIO DEL SUFRIMIENTO

(“Dejadme ir a la casa del Padre” Juan Pablo II)

He conocido el dolor y la muerte
desde los tiernos años de mi infancia;
me fueron haciendo sereno y fuerte,
siempre presentes a corta distancia.

Cuerpo y alma entregué por defenderte,
rozando del martirio la fragancia;
en las manos de Dios quedó mi suerte
y así Él venció del mundo la arrogancia.

Se presentó por fin la enfermedad
que escenifica mi postrero encuadre
y tengo que afrontar la realidad;

se que el manto bendito de mi Madre
me protege contra la iniquidad…
¡Dejadme ir a la casa del Padre!.


TRILOGÍA EN LA MUERTE DE S.S. JUAN PABLO II

I) LOS MOMENTOS FINALES (20 horas de 2 de abril )

Sereno y confiado, vive cada momento
de la enfermedad, ya próxima la muerte.

Como vivió sereno cada día de su vida,
en coherencia con sus profundas convicciones,
acepta como siempre la voluntad de Dios
que hoy le pide el abandono absoluto,
la entrega de todo lo que ha sido,
para acogerle en sus brazos de Padre.

Mientras las cámaras son los ojos
que invaden toda intimidad
y la voz de decenas de locutores
confluyen como en un solo micrófono,
absorto al espectáculo que transmiten las antenas,
él percibe en lo más profundo de su ser
las oraciones de hombres y mujeres,
de ancianos, de jóvenes, de niños,
de cualquier continente, de cualquier nación,
de cualquier color y raza,
testimonio de la Comunión de los Santos,
que une al mundo en una gran plegaria
por el testigo vivo del mensaje de Dios.

Atleta del espíritu y del cuerpo,
luchador de la libertad y del amor,
gigante en la defensa de la vida,
sabe que su fortaleza es prestada
y que, una vez que todo está cumplido,
le espera la corona de la salvación,
para seguir viviendo eternamente
y seguir eternamente dando gloria
a Cristo que vino a dar sentido al hombre.

II) TOTUS TUUS

Todo tuyo.
Desde el principio,
todo tuyo, Madre:
en la oración,
en el trabajo,
en el deporte…
todo tuyo,
siempre mariano,
siempre presente
la Madre:
en el Angelus, el Regina coeli,
el Santo Rosario,
la Salve,…
todo tuyo,
desde el amanecer
a la noche,
hasta en el sueño.
En la alegría,
en la tristeza,
en la enfermedad,
incluso cuando una bala
rozó su corazón.
¡ Fue tu caricia!

Todo tuyo
Totus tuus-
con los obreros,
con los intelectuales,
con los ancianos,
con los enfermos.
¡ Más que nunca
con los enfermos!
Sobre todo
cuando era uno de ellos.

Siempre tuyo,
presente ante el mundo
en circunstancias
que los demás
esconden,
dando testimonio
de su entrega,
de su amor
por los que sufren,
por los olvidados,
por los que el mundo
rechaza.

Siempre tuyo,
en la agonía,
serena y consciente,
sin dramatismos,
sabiendo
que se acercaba
el momento
de estar contigo
para siempre.

Todo tuyo
– Totus tuus-
en este sábado,
en que le has hecho
la última caricia:
le has cerrado
los ojos del cuerpo
y le has abierto
los ojos del alma,
te lo has llevado
contigo, para siempre.
Para siempre
¡TODO TUYO!

III) ORACIÓN , LÁGRIMAS Y FIESTA

De un extremo al otro del orbe
se oye un clamor unánime:
todos recuerdan al hombre que fuiste
y sabemos que estás con Dios en el Cielo.

Unos lloran, otros entonan canciones,
el brillo de los ojos delata emoción:
los diversos gestos son oraciones
que suben al cielo en acción de gracias.

Nadie permanece indiferente:
se han cerrado restaurantes ,
discotecas, bares de copas, espectáculos.

En esta noche que nadie duerme
la “movida” está en la calle,
en las iglesias o en las casas;
por una vez mayores y jóvenes
se unen para celebrar la misma fiesta:
hay un nuevo santo en la gloria
y es el amigo a todos cercano.

Familias enteras están conmovidas:
toman las ciudades en son de paz
gritando los lemas que te dedicaron
¡ aquí está la juventud del Papa!

Las almas de todos los fieles,
de todos los hombres de buena voluntad,
vuelan a la habitación donde descansa
tu cuerpo triturado como grano
de trigo por la piedra del molino.

Más que nunca, nos das luz,
más que nunca, tu ejemplo nos guía.
Muchos hacen un gran descubrimiento:
les has mostrado el sentido del dolor,
les has hecho vivir y saber
el sentido del sufrimiento
y de tu mano han llegado a ver
el valor de una vida que termina.

 

ORACIÓN A JUAN PABLO II

Juan Pablo II:
dame lecciones
para no temer al mundo
ni sus prisiones;
y llevar con alegría
el sufrimiento,
que puede cualquier día
ser compañero;
para ser coherente
con mis creencias,
aunque se que la gente
se burla de ellas;
para cumplir el deber
cada momento,
ir creciendo en el ser
más que en dinero;
para vivir con señorío
la enfermedad,
con bravura y trapío
para luchar;
para querer a María
y hacerme suyo,
entregarle mi vida,
ego y orgullo
y llegar de su mano
hasta el final,
disfrutando a tu lado
la Eternidad.

 

JUAN PABLO II, UN PAPA SANTO

Gracias, Señor, por mandarnos
– en los procelosos años
de unos tiempos tan mundanos-
un hombre grande y cercano,

padre para los nonatos,
defensor de los más bajos,
de los que sufren,retrato;
del joven abanderado,

de la familia abogado,
de la vida enamorado,
para la paz alegato,
estímulo en el trabajo;

paladín de los cristianos,
un líder de sus hermanos,
de alma y corazón marianos,

en las verdades preclaro
testigo privilegiado…
Gracias por un Papa santo:
¡Gracias, Señor, por Juan Pablo!

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