Si echas atrás la mirada
en tu atalaya de adulto,
puede quedar deslumbrada
si ves abundantes frutos.
Los momentos que te asalten
las tentaciones de gloria,
no dejes de contemplarte
como burrito de noria,
que no eres quien ha plantado
los árboles y las flores:
tan sólo quien ha sacado
el agua en los cangilones.
Deja que el alma se llene
de gozo hacia los demás:
de todo lo que ahora tienes
¡cuántas gracias has de dar!