Quienes llevamos años trabajando y hemos conocido a muchos compañeros de distintos estamentos (Médicos, Enfermeras,Auxiliares,Administrativos, Celadores,etc.) nos damos cuenta con pena de que, en cuanto sales del Hospital, ya casi nadie te conoce si tienes que ir, por cualquier motivo, al sitio donde entregaste los mejores años de tu vida…¿Ley de vida o ingratitud de los tiempos que nos ha tocado vivir?.
INGRATITUD
Has pasado largas horas,
jornadas del Hospital,
en un trabajo que añoras
al tenerlo que dejar:
tiempo sin fecha ni horario,
tiempo de entrega total,
aunque marque el calendario
Año Nuevo o Navidad;
porque estando en el trabajo
te olvidabas de cenar,
horas y horas a destajo
si alguien se encontraba mal.
Para todos un detalle,
un saludo, tu sonrisa,
no desairabas a nadie,
para nadie tenías prisa…
al compañero favores,
al enfermo tu atención,
entregando los mejores
años a tu profesión…
Ahora que llega el momento
que te vas a jubilar,
te empieza a correr por dentro
un amago de ansiedad;
se confirman tus temores
al andar por los pasillos
y ver que no te conocen
quienes ocupan tu sitio…
¡qué destino tan ingrato,
después de tantos esfuerzos!
¡qué olvido tan inmediato
a quienes todo lo dieron!
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