En un acto de locura,
imagínate la escena,
si la que siempre fue pura
hubiera sido soberbia:
si al escuchar el mensaje
del Ángel, la Anunciación,
le diera por excusarse
y hacer valer su razón;
si al dar a luz en Belén
con humildad y alegría,
hubiera podido hacer
un acto de rebeldía;
si al saber que el rey Herodes
quería dar muerte al Niño,
en el Cielo el grito pone
maldiciendo su destino;
si al vivir en el Calvario
la dura Crucifixión,
se hubiera desesperado
protestando contra Dios…
Así se portan los hombres
cegados por amor propio
cuando iracundos responden
al que murió por nosotros.