Espero cada día este momento,
ocasión de poder alimentarme
del Cuerpo, convertido en Sacramento,
del Amigo que viene a visitarme.
A veces me duelo, y me lamento
sino se valorar que por amarme
no le volvió la cara al sufrimiento
hasta morir para poder salvarme.
Si viviera con mínima coherencia,
de acuerdo con la Fe del bautizado,
no pondría disculpas para verle;
si tuviera un asomo de vehemencia,
de quien entrega el alma enamorado,
todo haría, con tal de no perderle.