El movimiento gay tiene bien aprendida la consigna de que “lo que no se ve no existe”. Precisamente este es uno de los lemas del “día de la visibilidad lésbica” que este colectivo celebra anualmente el 26 de abril. Las organizadoras de las actividades reclaman un cambio en la sociedad para que las mujeres que quieren “salir del armario” puedan hacerlo con la cabeza alta. Y, para que la sociedad no pueda cerrar los ojos, ponen su testimonio en primer plano.
FUENTE: FERNANDO RODRÍGUEZ-BORLADO-ACEPRENSA
Pero esta opción por la visibilidad de los homosexuales resulta bastante selectiva. El lobby gay actúa frecuentemente como si los problemas de todos los homosexuales les pertenecieran, y cuando se alza una voz discordante con sus postulados no dudan en acallarla.
En los últimos meses, un par de sucesos han puesto de manifiesto este afán censor. El primero fue la campaña contra el libro Comprender y sanar la homosexualidad, de Richard Cohen, antiguo homosexual; finalmente lograron que dos de los mayores vendedores de libros en España –El Corte Inglés y La Casa del libro– lo retiraron de sus catálogos, aunque actualmente se puede adquirir, en formato PDF, desde la tienda online de El Corte Inglés. El subtítulo del libro decía: “Alguien que tú conoces necesita este libro”. Sin embargo, el lobby gay ha decidido que nadie necesita ese libro, que esa gente no existe.
La tendencia a silenciar al discrepante se ha vuelto a poner de manifiesto a raíz de la ya célebre homilía de Mons. Reig Pla, en los oficios televisados del último Viernes Santo. El Obispo de Alcalá dedicó la homilía a hablar del sentido del dolor, y mencionó algunas formas de sufrimiento especialmente duras, porque afectan a la capacidad de amar y ser amado. Como ejemplo, se refirió al “infierno” que viven muchas personas que luchan con la confusión respecto de su sexualidad, y que en ocasiones eligen un camino equivocado para resolver esas dudas.
La indignación de los colectivos de gays y lesbianas saltó enseguida, con el anuncio además de una posible querella contra el Obispo. Ya puestos a indignarse, reclamaron a TVE que eliminara de su web el corte que recogía dicha homilía.
Tampoco les ha gustado que una veintena de hombres y mujeres que han sufrido ese malestar sobre su orientación sexual de que hablaba Mons. Reig y que han buscado ayuda para dominarla, hayan decidido publicar sus experiencias en la web del obispado de Alcalá. Esos testimonios de gente que ha abandonado el estilo de vida gay no tienen derecho a salir del armario.
Se podrá estar en desacuerdo con las tesis de Cohen, y entonces lo lógico es contraargumentar desde la psicología; lo mismo puede decirse respecto de la homilía de Mons. Reig: en ese caso, sería interesante un debate antropológico o teológico, porque es en la antropología y en la teología donde se mueven los argumentos del Obispo. Lo que no tiene sentido es subirse a la torre de marfil de una supuesta instancia supramoral y supracientífica, y rasgarse las vestiduras como única respuesta.
Si hay que promover la visibilidad de los gays, de las lesbianas, de los transexuales, de los bisexuales, no cuesta nada añadir también la de los ex homosexuales.