La bioética nació por una necesidad urgente de dar respuesta, dentro del marco de los derechos humanos universales, a una serie de hechos aberrantes que venían aconteciendo. Tres acontecimientos nos sitúan en los orígenes de la Bioética
1) La opinión pública tuvo conocimiento de graves abusos cometidos contra seres humanos en el campo de la experimentación médica. En un arco de tiempo muy breve se supo que: en el Hospital Willowbrook de Nueva York se habían llevado a cabo durante los años 1965-1970 unos estudios sobre la hepatitis vírica experimentando con los niños ingresados en el hospital. Los médicos infectaron con el virus de la hepatitis a más de 700 niños discapacitados.
Por otro lado en el Jewish Chronic Disease Hospital de Brooklin se habían estado inyectando células tumorales vivas en pacientes ancianos, durante una investigación sobre cáncer a lo largo del año 1963.
2) La alarma ante el conocimiento de casos de manipulación de la medicina para ponerla al servicio de fines ideológicos:
a lo largo de 40 años (desde 1932 a 1962) se había llevado a cabo en el estado de Alabama una investigación sobre la sífilis (el “Tuskegee Syphilis Study”) realizada en 400 personas de raza negra. A estos enfermos no se les dio información alguna ni sobre el mal que padecían ni sobre el tratamiento disponible. Por los años 30 se consideraba que la sífilis era una consecuencia natural de la baja índole social de los negros, a los que se consideraba sucios, promiscuos, con escasa higiene personal. Tales estereotipos fueron tomados por los médicos como hechos demostrados. Aquellos datos fueron usados en apoyo de la discriminación racial, sobre todo en los años del comienzo del estudio.
Además también era de sobra conocido el uso de la medicina durante la segunda Guerra Mundial para servir a fines ideológicos en favor del régimen nazi (plan de eutanasia, esterilizaciones forzosas, el Dr. Mengele con los prisioneros de los campos de concentración).
Y más modernamente, en China, los médicos cumplen los planes de planificación familiar impuestos por el estado, llevando a cabo esterilizaciones forzadas y abortos en las mujeres con más de un hijo. Y lo mismo ocurre con las campañas sanitarias de esterilización química y quirúrgica en países del Tercer Mundo, secundando una especie de imperialismo demográfico de los países del Primer Mundo.
3) Como consecuencia de la tecnificación cada vez mayor de la medicina, hubo tres descubrimientos médicos importantes en los años 60, que tuvieron su influjo en el desarrollo de la bioética: la diálisis renal (1962), los primeros trasplantes de riñon (ya en 1967 ampliamente extendidos) y los trasplantes de corazón (el primero, realizado en 1967). La posibilidad de beneficiarse de estas técnicas estaba condicionada por la limitada disponibilidad de recursos (dializadores, donantes, etc.) y los criterios para la selección de los pacientes candidatos a beneficiarse de ellas.
Finalmente ya en los años 70 un nuevo descubrimiento médico puso en evidencia la necesidad de la bioética: empezaban a usarse aparatos de respiración asistida en unidades de cuidados intensivos, para prolongar la vida humana, y surgía la pregunta sobre los límites éticos de la actuación médica en los momentos finales de la vida.
Todo esto provoca una gran reacción sobre la necesidad de tender un puente entre la mentalidad científica (que ha logrado la bomba atómica, la conquista del espacio, el descubrimiento y manipulación del DNA, la mejora y selección de especies, etc.) y la razón filosófica (la que se estremece al valorar el impacto que realmente esos logros pueden tener sobre el ser humano y el ecosistema planetario). Tender ese puente es la tarea de lo que él llama “bioética”.
En el fondo sólo era cuestión de aplicar por un lado el juramento hipocrático (desde el s. IV a.C.). de gran valor para los médicos, que propone que el médico actuará siempre en beneficio del paciente (principio de beneficencia y de no maleficencia) y la ética médica de inspiración cristiana (prácticamente la única fuente de principios éticos hasta mediados del s. XIX). Muchas reglas importantes de actuación práctica en ética médica son deudoras de esta fuente: principios de doble efecto, principio de totalidad, principio de respeto absoluto e incondicional por la vida humana.(1)