Tras el estrepitoso fracaso de los paises occidentales en su intento de establecer un régimen democrático en Afganistán por medio de la fuerza militar, aparece de nuevo en los servicios de inteligencia de cada uno de los paises aliados, la duda sobre la idoneidad de este procedimiento, por muy graves que parecieran las razones que provocaron la invasión de ese país.
No se puede cambiar, en 20 años y por la fuerza militar, la mentalidad secular de una región imbuida de creencias radicales si no se actua desde dentro de esa misma sociedad, fundiendose con las gentes que la integran y dándoles ejemplo cercano de unos valores morales que lleguen a aceptar libremente como mejores a los propios. Sólo así se produciría, a muy largo plazo, la sustitución de la cosmovisión talibán por la del mundo occidental de raices cristianas.
Salvando las distancias y sin que se pueda hacer un paralelismo claro con el caso de Afganistán – escenario complejo, rodeado por estados musulmanes más o menos radicales – lo explicado anteriormente y no otra cosa es lo que realizó España en los imperios indigenas precolombinos de América. Nuestro país no suprimió militarmente a los pueblos indígenas, sino que propició y consiguió una simbiosis cultural y racial con los mismos, considerándoles como personas de igual dignidad a los españoles, fomentando de forma generalizada los casamientos mixtos, promoviendo el desarrollo cultural y científico mediante la creación de cientos de Universidades e inculcando en el corazón de esos pueblos los valores del cristianismo, que sustituyeron a unas costumbres y prácticas en muchos casos bestiales con sacrificios humanos de jóvenes.
La situación de afganistan, sin embargo, es tremendamente dificil, pues el 99% de la población es musulmana y los cristianos que alli existen son en su mayoría conversos del islam y en estos momentos peligran claramente sus vidas. Solo la presión internacional y la de los paises musulmanes moderados, puede conseguir que se respeten sus vidas y las de los integrantes de lsa ONG solidarias y que esa pequeña influencia occidental cristiana pueda seguir su paciente labor de fermento democratizador en la sociedad afgana.