A propósito de la publicación en la revista «Nature» de un estudio de varias universidades, acerca de una «supuesta conversación incipiente entre individuos de homo habilis para fabricar una herramienta para cortar carne de animales», conviene aclarar algunos conceptos.
Llamamos proceso de HOMINIZACIÓN al proceso evolutivo del animal al genero homo, cuyo primer representante es precisamente el homo hábilis.
Llamamos HUMANIZACIÓN al cambio cualitativo de la especie humana que comienza cuando aparece la libertad en el hombre y con ella la inteligencia y la posibilidad de amar.
Factores de la humanización
Un factor decisivo es la MONOGAMIA y la posterior distribución del trabajo. La monogamia es una exigencia del hecho de la humanización. Para poder ser bípedo y que el cerebro pueda crecer es necesario que el alumbramiento sea muy temprano, de modo que el bebé requiere un cuidado primoroso, también en tiempo. A diferencia del infante de cualquier primate, que puede prenderse de la madre, mientras ésta busca alimento, el bebé humano nace con una dependencia total: no puede asirse de la madre. Es más, por su inconsistencia en el desarrollo del cerebro y el tener que ser alumbrado antes del tiempo, todavía no tiene formados los huesos del cerebro y no puede asirse a la madre.
Esto hace que cualquier tropiezo de ésta, pueda producir en el bebé lesiones cerebrales irreversibles, ya que a diferencia del bebé del primate, el humano no posee huesos duros en su cabeza (sólo tiene cartílago, que se irá transformando en hueso con el tiempo). Esto hace que la hembra quede al cuidado de los vástagos, en lugar reservado.
A su vez, caso único en la especie humana, LA HEMBRA SIEMPRE PERMANECE EN CELO, pero precisamente por eso, la biología la ha dotado de una capacidad de ESCONDERLO (si no, cualquier macho la desearía). Pero esto tiene la ventaja de que, de facto, el macho que la posee pueda aparearse sin necesidad de tener que ir en búsqueda de hembras en celo.
Esta singularidad de la hominización crea unos lazos que han de permanecer largamente trenzados, que son extremadamente fuertes: se origina así la DEPENDENCIA y LA SOCIALIZACIÓN a través de la monogamia y la familia, lo que origina la posibilidad de la transmisión de la cultura: el cese de la horda y la promiscuidad a favor de la familia. En ésta, todos son dependientes: el macho está encargado de la provisión de alimentos (recolector) y la hembra sostiene a su vez a la prole. De tal forma que se da un subsiguiente paso: la humanización, que consiste, en un primer estadio, en una relación de dependencia singular e intergeneracional.
El vulnerable siempre será mantenido por el núcleo familiar: el infante, durante su período de crecimiento, extremadamente largo en el hombre; y los progenitores, una vez ancianos, por los hijos cuando éstos llegan a la madurez. Nadie queda dejado a su suerte. Despierta en su conciencia que el otro no es sólo una parte del propio mundo, sino que, además, soy parte del mundo del otro. Contrasta lo descrito anteriormente con las agudas observaciones de los primatólogos. Por ejemplo, J. Gondell ha puesto de manifiesto cómo los chimpancés viven en un rígido patriarcado y cómo el macho dominante, a veces, mata las crías de su nueva hembra. A su vez no hay dependencia: el individuo incapaz, vulnerado, queda desprotegido del grupo, es dejado.
Aparición de la INTELIGENCIA. Pero la humanidad va más allá de la evolución cuando aparece la inteligencia. El homo sapiens sapiens lleva a su última posibilidad la característica de no adaptarse al ambiente, y la supera: es dueño del ambiente. La inteligencia es un poseer.
Un factor también clave de humanización es el SISTEMA FÓNICO Y LA CAPACIDAD PARA EL LENGUAJE SIMBÓLICO Y ABSTRACTO de los humanos. La estructura anatómica del sistema fónico humano es única en la naturaleza. Permite una señalización especial: el LENGUAJE Y LA CULTURA. Los animales poseen, especialmente los mamíferos superiores-, un sistema de signos para reverenciarse mutuamente: avisar de un peligro, manifestar una preponderancia o satisfacción, un sistema de búsqueda de alimento en grupo, etc. a veces, son relativamente complejos. Sin embargo, no son capaces de comunicarse conceptos y, en consecuencia, no existe cultura, ni transmisión de saberes; ni técnica, ni arte, etc.
El simbolismo y la abstracción son exclusivos del ser humano; y, por tanto, hay INNOVACIÓN TRANSMISIBLE. Ejs. jabalina, arco y flecha, rueda, etc. Y como esos instrumentos no están determinados en la naturaleza, como no están incrustados en el automatismo neuronal, para «acordarse» de ellos, para poder transmitirlos a las generaciones siguientes, hay que «conocerlos».
Sin embargo, si en algo sobresale el ser humano sobre el resto de los animales es en su RELIGIOSIDAD y el consiguiente culto a los antepasados. De tal forma es así, que sólo cuando se encuentran estos elementos estamos propiamente hablando de la existencia de humanidad.
Es el momento mágico de la aparición de la inteligencia humana, espiritual, inmaterial, que marca el inicio del proceso de humanización en el que siempre estaremos embarcados.
El fin del proceso de humanización consiste en el logro de la especie humana de aquellas características exclusivas del homo sapiens, que son de tipo psíquico y cultural. Hay rasgos en el ser humano que no son meramente corpóreos, aunque estén muy vinculados al cuerpo.
Dos cuestiones interesantes
1.- EVA MITOCONDRIAL:
Al seguir la línea genealógica por vía materna de cada persona en el árbol genealógico de toda la humanidad, la Eva mitocondrial correspondería a un único antepasado femenino de la cual desciende toda la población actual de seres humanos (Homo sapiens).
Una comparación del ADN mitocondrial de distintas etnias de diferentes regiones sugiere que todas las secuencias de este ADN tienen envoltura molecular en una secuencia ancestral común. Asumiendo que el genoma mitocondrial sólo se puede obtener de la madre, estos hallazgos implicarían que todos los seres humanos tienen una ascendente femenina común por vía puramente materna cuando ya habrían existido los primeros y más primitivos Homo sapiens: hace 140.000 años.
2.- ADÁN Y:
El Adán cromosómico-Y sería el varón del cual descienden todos los cromosomas Y, que determinan el sexo masculino. Un estudio biológico de la Universidad de Stanford (2003) calculó que un antepasado o grupo de antepasados masculinos comunes a todos los humanos actuales vivió en África hace unos 40.000 a 50.000 años. Estudios posteriores (2011) y más actuales, datan al Adán Y en unos 142.000 años de antigüedad.
Pedro López García