Según noticias recogidas en la prensa, el “Royal College of Psychiatrists”, principal organización profesional de Psiquiatras del Reino Unido, dio un giro notable respecto a sus recomendaciones de 1994, en torno a la relación entre aborto y salud mental. Los estudios sobre este asunto, desde esa fecha, les llevó a una rectificación hecha pública el 14 de marzo de 2008.
Manifestaban en ella que el aborto voluntario supone un riesgo importante para la salud mental de las madres y por tanto, recomendaba que se asesore convenientemente sobre ellos, a quienes deseasen abortar pues “No puede haber consentimiento informado,- se lee en las conclusiones -, si no se suministra una información adecuada y apropiada”.
Encomiable la humildad de estas personas ante la verdad descubierta.
Por otra parte, la primera semana de julio del mismo año, el Presidente de la “Sociedad Española de Obstetricia y Ginecología”, el doctor D. José Manuel Bajo Arenas, hizo unas declaraciones, en un medio de comunicación, obligado por los últimos descubrimientos científicos y por la necesidad de explicar las evidencias a las que habían llegado y la de adecuar la terminología a los datos de la realidad científica.
Según estas declaraciones: Un feto sólo lo es, hasta las 22 semanas de gestación. A partir de esas 22 semanas, no es feto: es un ser, una persona, viable. En todo caso un feto se convierte en ser viable a partir de los 500 gramos y cuanto más peso tenga, mejor.
Si es un ser viable, es decir a partir de las 22 semanas, si la madre desea deshacerse de su hijo, lo procedente no es el aborto,- que sería la muerte de un ser viable -, sino provocar un parto y así proteger al hijo y a la madre. Al hijo porque hay garantías de que puede sobrevivir y hay muchas familias que los desean y a la madre, porque al no tener que introducir en su útero la trituradora, se evita que se lo perforen como en ocasiones ocurre, y que pase por las situaciones depresivas, que estas actuaciones provocan posteriormente.
Otra vez, bien por la humildad de unos científicos, que no dudan en hacer públicos sus descubrimientos y hacer las rectificaciones consiguientes.
En estos momentos el Sr. Ministro de Justicia nos anuncia una futura ley del aborto. Y surge la pregunta ¿a quién se pretende proteger con esa ley, al niño, a la madre o a los dos?
Si a quien se desea ayudar es a la madre, que la nueva ley recoja esos avances que la protegerían hasta de depresiones, de por vida.
Protéjase también con esta ley al bebé: hacen falta esos aproximadamente 100.000, que cada año van a parar a contenedores y desagües. Los necesita España: son talentos y brazos perdidos para su desarrollo. Los desean muchos padres que no pueden tenerlos y los necesita la sociedad española, una de las más envejecidas de Europa.
¿Faltará humildad a la hora de elaborarla y aprobarla?
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