¿Qué es el relativismo ético?

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familia tres hijosSi los principios o valores que rigen la convivencia social y que informan el contenido de las normas jurídicas se justifican únicamente como expresión del sentir colectivo, si este sentir cambia, cambiarán también los principios. Los defensores del relativismo ético y jurídico niegan la existencia de unos principios universales de justicia radicados en la naturaleza de los hombres, y todo lo confían a la opinión y sentir mayoritarios.

El relativismo ético o moral, el más extendido actualmente, suele admitir la existencia de un ser absoluto, también suele admitir que haya verdades incondicionadas, pero niega la capacidad del hombre para conocer unos criterios de comportamiento correctos universales. Al menos en Occidente, la gran mayoría acepta la existencia Dios, pero niega la existencia de una moral objetiva común para todos los hombres. Nosotros Este relativismo ético, no sólo  es el más extendido, sino que además afecta directamente a la fundamentación del derecho y de la vida política.

Si los valores sólo se “justifican” por referencia a las emociones, no hay manera de llegar a un acuerdo racional sobre la superioridad de unos valores sobre otros. Habrá sólo conflicto de intereses, que se resolverán según la regla de la mayoría. No tendría sentido intentar demostrar nada a nadie. Semejante pretensión sería tan absurda como intentar demostrar, pongamos por caso, que el gazpacho es mejor que la paella. Si es cuestión de gustos, cada cual tendrá los suyos, y ninguno de ellos será mejor que el resto. Todos serán igualmente legítimos. Quien intente imponer el suyo será un avasallador, dogmático e intolerante.

Como consecuencia del relativismo ético se llega a situaciones verdaderamente ridículas, donde según las preferencias de un grupo, se alterará llamativamente la jerarquía de valores. Por ejemplo, llama la atención la campaña sistemática antitabaco, que parece una verdadera persecución contra el fumador, en contraste con la libertad con que se administra la píldora abortiva, incluso a menores. Se obliga a poner en los paquetes de tabaco “el tabaco mata”, lo cual es cierto, pero mucho más verdad es que la píldora abortiva también puede matar, pero no lo advierten, y mata a un inocente que no tiene culpa de nada, y que ni siquiera fuma… Dicho de forma un poco más coloquial: con el relativismo ético, colamos un mosquito y nos tragamos un camello.

Relacionado con lo anterior, otra consecuencia es el sentimentalismo, que algunos llaman buenismo, y que se difunde cada vez más, incluso desde la infancia, a través de los dibujos animados. Se va extendiendo la idea de que aquí todo el mundo es bueno, haga lo que haga: el adúltero, el mentiroso, el impío… La sensibilidad “moral”, en cambio, se dispara ante actuaciones de lo más inofensivas. Cada género de vida se presenta como una opción igualmente legítima que su contraria. Se aplaude la diferencia como valor por excelencia, con independencia de lo que defienda cada cual. “Yo soy pro life”, “Pues, yo soy pro choice”, “¡Qué guay, qué bonito es que seamos diferentes!”. Y así con todos los temas morales.

Lo más grave de todo esto es que el relativismo produce un desorden en los amores. Y, al contrario de lo que sucede en los números, el orden en los amores sí que altera el producto. Hay gente que ama más a su cuerpo, que a su hijo; a su perro o a su gato, que a sus padres; a sus compañero de trabajo más que a su marido; o a su coche más que a su esposa… Desde el relativismo no hay manera de impedir esta alteración de los valores, antes bien, con él se justifica.

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