En la búsqueda del origen del universo fueron Alexander Friedmann y especialmente Georges Lemaître y George Gamow quienes acuñaron la idea de una potentísima y rápida expansión del cosmos a partir de un átomo primigenio , sin embargo como resultado de una de tantas simplificaciones históricas , los nombres que se suelen asociar al descubrimiento del origen y la expansión del universo y de la llamada teoría del Big Bang son, respectivamente, Edwin Hubble y Albert Einstein.
En 1922 Friedmann aportó distintas soluciones matemáticas a las ecuaciones de campo de Einstein, que permitían explicar el universo en su conjunto: un mundo que podía estar en expansión o contracción.
De modo independiente, el sacerdote católico y astrónomo George Lemaître llegó a esas mismas soluciones y las relacionó con los datos observacionales –el corrimiento hacia el rojo de la luz proveniente de las galaxias–, concluyendo en 1927 que el universo está en expansión. No obstante, en 1931, Lemaître fue más lejos todavía y planteó la hipótesis del átomo primitivo: una teoría que dotaba al universo de un comienzo. En los años cuarenta esta hipótesis fue denominada «despectivamente» por Fred Hoyle como Bing Bang: ¡el Gran Pun!
En 1948 Gamow abordó la evolución del mundo desde un punto de vista termodinámico, y propuso que el universo en su instante inicial, además de ser muy denso, como Lemaître apuntaba, debía de estar muy caliente, y que, durante la expansión se fue enfriando. Esta nueva teoría, el Big Bang caliente, armonizaba la cosmología con la física de partículas elementales.
Por otro lado, los colaboradores de Gamow predijeron una radiación de fondo, eco de la gran explosión, que acabaron detectando Arno Penzias y Robert Wilson en 1965. Este hallazgo convirtió al Big Bang en una teoría respetable.
Desde entonces, las comprobaciones y el desarrollo de esta teoría ha proporcionado a los científicos una rica imagen del cosmos y de la forma tan increíble en la que parece haber sido diseñado desde su origen. El trabajo conjunto de las leyes de la Física con la Teoría del Big Bang respalda claramente la certeza de que que el universo no es, no puedes ser, un gran accidente cósmico.