Todas las encuestas que se han publicado hasta el momento, muestran que los españoles, mayoritariamente, están en contra de los indultos que se han concedido a los políticos catalanes condenados en la sentencia del ”procés”. Opinan que la razón última de los indultos no es la búsqueda de una solución al independentismo catalán, sino la necesidad que se tiene de su apoyo en el Congreso.
Los indultos a los independentistas catalanes no es nuevo, la historia se repite. El indulto, mejor dicho, la amnistía, es precisamente lo que se empleó para liberar a los nacionalistas catalanes de ERC que el 6 de octubre de 1934 lanzaron un golpe contra la Segunda República. En esa fecha, el presidente de la Generalitat, Lluís Companys, proclamó de forma unilateral «el estado catalán dentro de la República federal española».
La República catalana de estos golpistas duró tan sólo diez horas. Bastó que el Gobierno de Lerroux declarara el estado de guerra y que se ordenara al General Batet, al frente de la IV División Orgánica, que rodease con sus tropas y asediase el Palacio de la Generalitat, defendido por los Mossos de Escuadra, mientras la Guardia Civil y la mayor parte de los efectivos de los cuerpos de seguridad del Estado se pusieran del lado de la legalidad, para que los independentistas se rindieran en tropel.
Companys y sus adláteres fueron condenados a 30 años de reclusión, y el comandante Pérez i Farrás, jefe de los Mossos de Escuadra, fue acusado de rebelión militar, alta traición y de iniciar los disparos frente a la Generalitat que habían ocasionado varias víctimas. Fue condenado a muerte, si bien la pena le fue conmutada por el presidente de la República Alcalá Zamora por la de reclusión perpetua.
Pero tras el fraude electoral de febrero de 1936, que llevo al Frente Popular al poder, ya que no lo había ganado legítimamente en las urnas, Largo Caballero aprobó una ley de amnistía que sacó a todos estos golpistas de la cárcel y volvió a llevar a Companys al poder de nuevo.
Así sucedió, pero desgraciadamente los españoles, en general, como desconocemos nuestra propia Historia, parece que estamos condenados a repetirla.
Ahora se dice que lo importante es dialogar, pero dialogar no significa ceder al chantaje de los independentistas, ni incumplir las penas. Nadie se opone al diálogo, lo que se opone es a pagar un precio por ese diálogo con los que se saltan la ley mientras además amenazan con repetir sus acciones.
El diálogo es un medio no un fin. Nos dicen que ayudará a solucionar el problema; una tesis que por lo visto debemos creernos sin rechistar solo porque lo dicen ellos, porque naturalmente no aportan ni pueden aportar ninguna evidencia de que esos indultos solucionen el problema.
En esa ”mesa bilateral de diálogo, negociación y acuerdo para la resolución y acuerdo para la resolución del conflicto político”, como la han designado, que se celebrará en septiembre, los nacionalistas insisten en que la prioridad es abordar la autodeterminación y la amnistía. ¿Qué se puede dialogar sobre algo que va contra la Constitución y la legalidad?
También se han justificado los indultos diciendo que concederlos es tener sentido de Estado, mostrarse como un país fuerte, seguro y magnánimo, vamos que domina la situación. Sin embargo, la hemeroteca demuestra que no es sentido de Estado, y es fácil volver a ver unas declaraciones del propio presidente del Gobierno donde se oponía a los indultos y aseguraba que cumplirían hasta el último día de su pena. Así pues, ¿debemos entender que nuestro presidente no tenía sentido de Estado entonces y que de repente le apareció? O ¿que el sentido de Estado es lo que le convenga en cada momento? Oponerse antes y defenderlo ahora… O lo que es más claro y demostrable, que lo que le importa es garantizarse la continuidad de la legislatura, como dicen las encuestas. Sería bueno que quien defienda los indultos nos aclare este cambio de opinión.
En cuanto a que se pacificará la situación, solo es una suposición, ya que nadie puede demostrarlo, pues también podría empeorarla al ser interpretada por el independentismo como una debilidad y un apoyo a sus argumentos.
En la anunciada próxima mesa de diálogo, estará presente el tema del referéndum de autodeterminación. Y aunque el presidente haya afirmado que no se producirá, cuando se miente y se vuelve a mentir sin pudor, es normal que los españoles tengan serias dudas de si vencerá el “nunca jamás” del presidente o el “denos tiempo” de los independistas.