Solidaridad y voluntariado

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solidaridad21En este tiempo en el que tanto se habla de Solidaridad y de Voluntariado, es preciso reconocer que son bastantes las personas que, a pesar de contar con cualidades magníficas para ello, no terminan por decidirse a participar como voluntarias en uno de ellos.

Pueden ser muy variadas las razones que les impulsan a  retraerse en este sentido: desde el desconocimiento de sus propias potencialidades hasta el miedo al compromiso, pasando por el temor a no saberlo hacer, el desconocimiento de los distintos campos en los que se puede cooperar o la creencia de que este quehacer llevará más tiempo del que se dispone.

Quizás el primer paso para decidirse sea el percatarse de lo qué es la solidaridad y el segundo, de  sus consecuencias: la solidaridad es algo que nos afecta a todos y que todos podemos y debemos ejercitar.

Aquellas preguntas tan…”filosóficas” que Mafalda hacía a su papá, una noche antes de dormir, pueden darnos luz. Desde su dormitorio, con la luz ya apagada, pregunta a su papá si todos los hombres son iguales. Tras la respuesta positiva, un breve silencio y repetición de la misma pregunta: “¿todos los hombres son iguales?” . Su papá vuelve a responder que  sí,  y otra pausa de Mafalda. En el silencio de la noche se escucha una tercera pregunta de la niña, ya sin respuesta porque el padre se ha dormido: “Papá ¿iguales a quien?”.

Tú, yo, podemos responder en silencio a Mafalda y obrar en consecuencia.  Así, resulta que solidaridad es mirar, tratar y considerar a cuantas personas nos rodean como lo que son: personas iguales a nosotros.

Y al decirlo no pensar sólo en las desconocidas que pasan  junto a nosotros por la calle o en las que por sus rasgos ponen de manifiesto que no son de aquí. Ellas sí, pero sin olvidar las más inmediatas: desde el abuelito que va perdiendo la memoria, la vista o el buen  pulso, con todas sus consecuencias, a la vecina mayor que vive sola o a ese familiar que está pasando por una situación difícil.

Solidaridad es ayudar a atravesar una calle con mucho tráfico a una persona mayor, llevarla la bolsa, que la pesa demasiado, si tenemos una mano libre, o acompañar a hacerse la extracción para el análisis a esa persona cercana a nosotros,  a la que cuesta tanto moverse por la mañana.

Solidaridad es acompañar a hacer una gestión o prestarnos nosotros a hacerla. Es ayudar a quien nos pide ayuda o adelantarnos a prestarla si quien la necesita no se atreve a hacerlo.

Solidaridad es saber sonreír a quien necesita aliento y también evitar la risa  en una situación embarazosa para alguien; saber disculpar un error y también perdonar a quien lo cometió.

Solidaridad es recordar y acompañar a quien pasa por un dolor  profundo o por una situación de enfermedad larga o penosa y también a las personas que les cuidan.

Podíamos enumerar indefinidamente situaciones próximas en las que, sin grandes esfuerzos, podríamos ejercitar nuestra solidaridad, convencernos de nuestras posibilidades, comprobar la eficacia de nuestra acción , visualizar sus efectos y, de paso, recibir sus recíprocos beneficios.

Habríamos dado el paso previo y fundamental, para pasar a la “solidaridad organizada”, que eso es en definitiva,  cualquier Voluntariado.

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