“Este niño, es más pequeño que el fusil. Si tú no haces algo por este niño, ellos si lo harán, lo pondrán primera fila. Y si muere irán a una escuela a buscar a otro. Y después a otro, hasta que no queden niños. O hasta que hagamos algo”, este es el mensaje de Amnistía Internacional.
Asimismo, Jean-Charles, que realiza su labor solidaria en Guru, al norte de Uganda, afirma; “secuestran a los chiquillos con intención de convertirlos en auténticas máquinas de matar”. El grupo terrorista del LRA lleva a cabo estos secuestros y sus madres acaban siendo esclavas sexuales de un auténtico ejército infantil.
Según Human Rights Watch se evalúa que en 20 países existen unos 300.000 niños que intervienen en las conflagraciones bélicas. Son los llamados niños soldado. Muchos de ellos son forzados para enrolarse en las tropas de los gobiernos y grupos insurrectos.
Por otra parte en el informe; “Vendidos para ser soldados; el reclutamiento y uso de niños soldado en Birmania”, se muestra que, el Gobierno birmano, está reclutando a chiquillos de tan sólo diez años. Pero la situación empeora puesto que los guerrillas rebeldes están empleando el mismo método para sus ejércitos. Estos chavales han sido arrebatados en la calle o sustraídos del colegio, campos de expatriados donde se encuentran. Muchos son azuzados a salir de sus hogares, ante la mirada atormentada de sus progenitores que los ven liar el hato sin poder hacer nada por ellos. Otros son alistados mientras retozan cerca de su hogar o transitan por la cañada.
La Declaración de los Derechos Humanos del Niño se asevera que: “El niño debe gozar de los beneficios de la seguridad social. Tendrá derecho a crecer y desarrollarse en buena salud. Con este fin deberán proporcionarse, tanto a él como a su madre, cuidados especiales, incluso atención prenatal y postnatal. El niño deberá disfrutar de alimentación, vivienda, recreo y servicios médicos adecuados.”
“Cuando hacéis con la violencia derramar las primeras lágrimas a un niño, ya habéis puesto en su espíritu la ira, la tristeza, la envidia, la venganza, la hipocresía”, escribió Azorín.