La sexta gran movilización en París del pasado 5 de octubre contra la Ley Taubira y sus incontrolables consecuencias, concluyó en la Plaza 18 de junio de 1940 (Montparnesse) con unos valientes discursos que, al margen de la batalla partidista, apuntaron hacia las grandes cuestiones de civilización y bien común en juego en este momento en Francia.
Uno de ellos correspondió a Tugdual Derville, portavoz de la plataforma La Manif Pour Tous, quien reivindicó «la maternidad como la parte más valiosa del patrimonio de la humanidad, que no se debe ni ocultar ni escamotear, ni fracturar como es el caso en la gestación por persona interpuesta». Pidió, asimismo, que «Francia, país de los derechos del hombre, se comprometa a la abolición tanto de la fecundación por medio de persona interpuesta como de los llamados “vientres de alquiler”‘».
Recomendamos muy vivamente la lectura del contenido íntegro de este discurso, cuya traducción al español es la siguiente:
Queridos amigos:
Habéis vuelto, hemos vuelto, multitud inmensa y pacífica, exactamente con la misma motivación y por las mismas razones que hicieron nacer nuestro movimiento: la protección del ser humano, del niño, contra una nueva forma de maltrato, el maltrato radical. La privación deliberada de la mitad del patrimonio genético del padre, sirviéndose abusivamente de la fecundación por persona interpuesta, o de la madre, sirviéndose de la gestación por persona interpuesta.
No me voy a extender a propósito de todo lo que se ha puesto de manifiesto en estas últimas semanas. Todos los que constantemente han intentado ahogar nuestras voces, se darán hoy cuenta de la realidad ya que desde el principio teníamos razón y decíamos la verdad: esta ley nos vendía un edificio completo, con una fachada engañosa (el matrimonio para todos), una habitación al final del patio (la adopción) y algunos apartamentos ocultos (una paternidad y una maternidad falsificadas). Y el Gobierno no ha tenido ni siquiera el valor de reaccionar contra esos abusos, cuando es así que muchas personalidades de su mismo sector político se lo habían pedido.
Por ello, amigos, desearía haceros ver lo importante que es nuestra movilización de hoy: el propio Primer ministro nos ha hecho a su modo un gran honor, opinando anteayer sobre estos temas. Cambiando bruscamente su postura a propósito de la gestación de alquiler, contradiciéndose así respecto de lo que había dicho en 2011, humillando a aquellos a los que había apoyado antes, y por lo que respecta a la falsa paternidad, desplazando la responsabilidad sobre el Comité de Ética…Pero esto no puede engañar a nadie, porque si se ha pronunciado, es tan sólo para desalentar nuestras manifestaciones. Pero en definitiva lo que ha hecho es darnos la razón. Porque no se trata nada más que de palabras y lo que nosotros esperamos son hechos.
Con las personas electas de todos los partidos que nos apoyan hoy y que son más numerosos de lo que lo eran antes de nuestra última gran movilización, queremos dirigir un mensaje a todos los gobernantes, de hoy y de mañana: a quienes aún se asombran de que sigamos siendo tenaces, les tenemos que repetir que sí, que lo somos, porque proteger al más débil frente a la ley del más fuerte es claramente un desafío político de primer orden.
No podemos aceptar que unas cuantas personas se arroguen el derecho de hacer que nuestro país dé un tal vuelco a lo que es su propia civilización: una sociedad en la que un hijo se suministra como si fuera un pedido.
Una política digna de ese nombre necesita coherencia y constancia al servicio de la justicia. La democracia se desnaturaliza si atropella los derechos de los más débiles, de cualquiera de los que no tienen voz: niños, minusválidos, excluidos, abandonados, ancianos.
Querría insistir hoy más que nada en la hermosa perspectiva que para Francia, para Europa y para el resto del mundo supone el surgir de nuestro movimiento: la de otra cultura, una cultura altruista, que dé la espalda al individualismo en el que se ha sumido la ley Taubira con todas sus incontrolables consecuencias.
Esta nueva cultura habrá de asentarse en referencias antropológicas inequívocas:
– La diferencia sexual, fuente de toda vida que es engendrada.
– La familia, ecosistema básico que hay que proteger prioritariamente, fuente de la solidaridad y primer amortiguador de la crisis. ¿Cuándo acabaremos de comprender que en períodos de paro o de dificultades para el alojamiento, es la familia el más seguro refugio?
-Y -me atrevo a decirlo- la maternidad como la parte más valiosa del patrimonio de la humanidad, que no se debe ni ocultar ni escamotear, ni fracturar como es el caso en la gestación por persona interpuesta.
Sí amigos, en adelante la palabra clave es: maternidad. Cada uno de nosotros, como cualquier ser humano, sean cuales sean los sufrimientos, los errores y las penas, sea hombre o mujer, ha permanecido durante un largo período dentro del cuerpo de otro. Esta experiencia originaria es parte integrante de nuestra historia íntima y tiene un impacto inmenso en nuestra existencia presente. Valorar y preservar la maternidad: ¡Esto es progreso! Minusvalorar la maternidad, pretender que puede ser vivida como un servicio comercial y concluirse mediante una liquidación contractual, imaginarla dentro de un artefacto, como algunos científicos se empeñan en irlo preparando prediciendo los úteros artificiales, es prueba de un peligroso negacionismo antropológico.
He aquí por qué lo que le pedimos al Gobierno es urgente y prioritario: pedimos que Francia, siguiendo su hermosa tradición de no mercantilizar el cuerpo y de proteger los derechos de toda persona, se comprometa –igual que lo ha hecho respecto de la clonación- a abolir tanto la fecundación como la gestación por persona interpuesta. El hecho de referirse a estas desviaciones como lo que en realidad son, es decir un maltrato en la generación misma, es hacer que la humanidad progrese.
También queremos salvaguardar nuestra política familiar, que fue modélica en el mundo entero. El Gobierno actual la pone en cuestión y no lo podemos aceptar.
Amigos, con nuestro movimiento social habrá que contar el día de mañana en los momentos claves que deciden la historia de nuestro país. Me estoy refiriendo a las convocatorias electorales y políticas. Tenemos que hacernos oír, con la constancia en defender nuestras convicciones y con la fuerza de nuestra libertad, es decir con nuestra absoluta independencia respecto de las batallas partidistas. ¿Tenemos conciencia de que ninguna asociación, ningún movimiento político o sindical es capaz de reunir tal cantidad de personas durante tres años? Nos movilizamos ya cada día en nuestras asociaciones, en nuestra regiones, en nuestros barrios, en nuestras empresas, porque sencillamente estamos comprometidos con el servicio al bien común.
Como nos limitamos sencillamente a comunicar una esperanza nueva, eso se sabe, eso se percibe más allá de nuestras fronteras, como lo demuestra la presencia de los apoyos internacionales que están presentes hoy entre nosotros.
¡Sí!, Francia, fiel a su historia, ha sorprendido haciendo que con nosotros brote una alternativa: valiente, generosa, y que sabe rebelarse contra el poder omnímodo.
Amigos, el alma de Francia se ha despertado, sólo de nosotros depende el que llegue a incendiar el mundo.
Muchas gracias.