Un ardiente defensor de la vida

Filed under General, Valores
Jérôme Lejeune (1926-1994) (Foto: Fondation Jérôme Lejeune)

El pasado 3 de abril se cumplieron 30 años de la muerte del profesor Lejeune, cuya vida estuvo marcada por la búsqueda de la verdad, aunque ello le ocasionara rechazo por parte de muchos colegas y posiblemente fue la causa de que no se le concediera el premio Nobel.

Un curriculum impresionante

Este «sabio biólogo», dejó un curriculum vitae ciertamente impresionante. Doctor en Medicina y en Ciencias Biológicas, comenzó sus trabajos en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (París) en 1953, del que llegó a ser director diez años más tarde. Fue nombrado profesor de Genética fundamental de la Universidad de París en 1964, y al año siguiente jefe del servicio de la misma especialidad en el hospital Necker-Enfants Malades, de la capital francesa. Allí trabajó hasta su muerte en la atención a los niños enfermos, buscando terapias eficaces contra las anomalías causantes de discapacidad intelectual e investigando sobre las afecciones de origen genético en general.

Lejeune pasó a la historia sobre todo por el hallazgo de la causa del síndrome de Down. En 1959, el equipo dirigido por él descubrió que las personas aquejadas de esta anomalía presentan un cromosoma supernumerario en el par número 21.

El trabajo científico de Lejeune, recogido en abundantes publicaciones cuya sola enumeración requiere más de trece páginas del anuario del Instituto de Francia, obtuvo un amplio reconocimiento. Fue admitido en el Instituto, por parte de la Academia de Ciencias Morales y Políticas, en 1982, y al año siguiente, en la Academia Nacional de Medicina. Era también miembro de academias extranjeras, como la de Ciencias de Suecia, la norteamericana de Humanidades y Ciencias (Boston), o la Real Sociedad de Medicina de Londres. Recibió diversos galardones científicos, tanto en Francia como en otros países, ya que era reconocido como uno de los primeros expertos mundiales en genética. Además, fue nombrado doctor honoris causa por las universidades de Düsseldorf y Navarra.

Pablo VI le nombró en 1974 miembro de la Academia Pontificia de Ciencias. Desde entonces prestó asesoramiento a la Santa Sede en temas de su especialidad, a través de este organismo y del Consejo para la pastoral de los agentes sanitarios.

Una personalidad incómoda

Ciertamente, Lejeune “era respetado incluso por quienes no compartían sus convicciones más profundas”. Sin embargo, su magnífica acumulación de títulos y honores no debe hacer olvidar que también tuvo que sufrir incomprensiones por su firme postura en defensa de la vida. Como dice de él el demógrafo Pierre Chaunu, también miembro del Instituto de Francia, “más impresionantes y más honrosos aún que los títulos que recibió, son aquellos de los que fue privado en castigo a su rechazo de los horrores contemporáneos”.

De modo análogo se expresaba Juan Pablo II, cuando escribe en su carta al Card. Lustiger que Lejeune “asumió plenamente la responsabilidad propia del sabio, dispuesto a ser un ‘signo de contradicción’, sin importarle las presiones ejercidas por la sociedad permisiva ni el ostracismo de que fue objeto”. Lejeune, admirado por muchos, fue una personalidad incómoda para otros: un hombre vetado en algunos ambientes, en los que se procuraba aislarle y silenciarle.

Lejeune, en efecto, no temió dar la cara y hablar claro: lo consideraba un deber. “No podía soportar la matanza de los inocentes –recuerda Chaunu–; el aborto le causaba horror. Creía (…), antes incluso de tener la prueba irrefutable, que un embrión humano es ya un ser humano, y que su eliminación es un homicidio; que esta libertad que se toma el fuerte sobre el débil amenaza la supervivencia de la especie y, lo que es más grave aún, de su alma”.

Su compromiso en defensa de la vida humana se traducía en continuas intervenciones públicas y en la actividad dentro de la asociación “Laissez-les vivre”, de la que fue consejero científico y uno de los promotores. También era presidente de “Secours aux futures mères”, organización dedicada a ayudar a embarazadas que se encuentran en situaciones difíciles.

En la opinión pública

Lejeune comenzó pronto esta labor de formación de la opinión pública. En 1968 denunció las campañas para difundir los anticonceptivos, especialmente en las colonias francesas, advirtiendo contra los posibles efectos nocivos de esos productos: un aviso cuya oportunidad ha ido confirmándose después, pero que entonces casi nadie osaba hacer. En la década siguiente alzó su voz cuando se preparaba en Francia la legalización del aborto, aprobada en 1975. Y ya no cesó de clamar en favor de los no nacidos.

Más tarde se opuso públicamente a la fecundación in vitro: insistía en que con ella se introducía una mentalidad tecnicista y productiva en la procreación.

El Pulgarcito que hemos sido

También se hizo oír en los parlamentos: en 1981 declaró ante un subcomité del Senado norteamericano que examinaba una enmienda presentada a la ley del aborto; años más tarde, habló ante una comisión del Parlamento británico cuando en aquel país se discutía si se podía permitir los experimentos con embriones de menos de catorce días. En cuanto a sus conferencias, son incontables, en todas partes del mundo. Lejeune se prestaba fácilmente a hablar en público cuando se trataba de la vida humana.

Lo hacía con maestría de divulgador. Sus intervenciones están llenas de expresiones acertadas y ejemplos gráficos que persuaden y hacen reflexionar. “La vida tiene una historia muy larga –solía decir–, pero cada individuo tiene un comienzo muy preciso: el momento de su concepción”. Explicaba que el embrión es, sin lugar a dudas, uno de los nuestros, aunque el más chico: “El increíble Pulgarcito, el hombre más pequeño que el dedo pulgar, existe realmente: no el del cuento, sino el que cada uno de nosotros hemos sido”.

El luterano Pierre Chaunu lo define así: “Era un sabio inmenso, más aún… Un médico, un médico cristiano y un santo”

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.