Si el objetivo de la solidaridad es ayudar a nuestros semejantes a superar sus carencias, el que cada humano constituya, constituyamos, un todo complejo, integrado por materia y espíritu, hace que esas carencias sean o puedan ser, de índole material, sensorial, intelectual, afectiva, etc. y que su atención requiera, en ocasiones, una especial atención, dedicación y conocimiento, siempre que se cuente con la voluntad para salir de la situación por parte del interesado.
Esto, que en caso de carencias materiales siempre se produce, no es tan frecuente en otras situaciones carenciales a las que no se da importancia por ser consecuencia de otras, que se desprecian olímpicamente.
Llama la atención la facilidad que tienen para expresarse oralmente, muchos niños y adultos, de países hispanoamericanos, llegados a España,. Expresividad y fluidez que no se da entre nosotros y en las que no se repara, a pesar de sus diferentes y desagradables manifestaciones que van de los balbuceos, a la utilización repetida de expresiones faltas de contenido; de la utilización de una única palabra, a veces sobrada de ordinariez, utilizada como muletilla para expresar distintas situaciones emocionales, al ensartado continuo de palabras groseras, que no tiene en cuenta ni el lugar, ni la situación y menos aún el respeto que cada persona se debe a sí misma, a las que parece envalentona el vocabulario que usan.
Un vocabulario así, escaso y burdo, nos tendría que preocupar: aunque moleste, no escandaliza a quienes lo escuchan, pero dice poco en favor de quien lo utiliza y mucho de sus carencias, porque tal vez todos, somos un poco responsables. Lo somos al descuidar: la convivencia y conversación familiares; la falta de exigencia en los estudios; el control de la excesiva dedicación de tiempo a multitud de pantallas, el poco dedicado a la lectura, además de otros detalles.
El español es un idioma riquísimo con él que nos podemos comunicar con más de 400 millones de personas. ¿No es lástima que por falta de interés nos estemos perjudicando y lo estemos malbaratando?