Cada 15 de mayo es día especial: el denominado como “Internacional de la Familia” institución que es fundamental para cada individuo y para la sociedad que forma su conjunto.
Es notoria la poca atención que se presta a la familia, pero por sus sobresalientes servicios en muchos órdenes de la vida, sus miembros primero y el tejido social después, se resiente, si la familia lo ha hecho primero.
Es normal: en la familia, que no elegimos al nacer, aprendemos cada uno una serie de normas, conocimientos, habilidades y destrezas que, junto con el itinerario escolar elegido, irán dado forma al temperamento y preparando los mimbres que formaran, – si se consigue con ellos un carácter firme -, la personalidad irrepetible que cada uno desearíamos.
En la familia, primera educadora de los hijos, es donde éstos aprenden con el ejemplo y el ejercicio, sin cortapisas ni complejos, los valores personales y cívicos que, con el tiempo, ejercitarán y trasladarán a su vida social, al ser cada uno, querámoslo o no, portadores de nuestro propio ambiente.
De su apertura aprenderán sus miembros a acoger y valorar, cuanto les llegue de ambientes distintos. Porque es en la familia el lugar donde se aprende también a aplicar el filtro del juicio, para que aceptaciones o negativas a novedades recibidas, lo sean, después de considerar sus bondades o perjuicios a la luz de unos criterios: que es la familia la que suministra los fundamentales.
Es también en la familia donde el individuo aprende a relacionarse y a desarrollar sus habilidades sociales, de la misma manera que es en la familia donde aprende a fijarse en las necesidades de sus miembros, a preocuparse por su atención y, por extensión, en los demás.
Por el acompañamiento que experimentan sus miembros en todos los momentos de su vida, alegres o dolorosos, entienden el dolor que su ausencia provoca en quien vive en soledad y trata de remediarla, y porque tienen la experiencia de que la unión familiar facilita la solución de muchos problemas cuando, al transitar los espacios sociales perciben carencias que solos no podrían resolver, no dudan en unirse a otras personas para intentarlo.
¿Que no es frecuente un panorama familiar así? Puede, pero existe. No serán frecuentes, pero, familias en las que se aprenden estas y más cosas positivas, son reales. La desatención puede ser culpable de su escasez… o tal vez nuestra dejadez.
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