Una profesora de química que vivió en Segovia será beatificada el próximo mes de mayo

Filed under General, Valores

José Carlos Martín de la Hoz Vicepostulador de la Causa de Canonización de Guadalupe Ortiz de Landáruzi, visitó Segovia el sábado día 19 de enero, donde mantuvo una charla-coloquio sobre la figura de esta profesora, a la que asistieron más de 100 personas, en el salón de actos de la Residencia Juvenil Emperador Teodosio.

Guadalupe Ortiz de Landázuri nació en Madrid el 12 de diciembre de 1916. Hija de militar de artillería, vivió en la calle José Zorrilla de nuestra capital, donde inició sus primeras letras escolares. En 1933 se matriculó en la carrera de Ciencias Químicas en la Universidad Central. Era una de las cinco mujeres de una clase de setenta.

Durante la Guerra Civil Española, su padre fue hecho prisionero y, finalmente, condenado a ser fusilado. Guadalupe, que tenía entonces 20 años, pudo despedirse de él horas antes de su muerte y darle serenidad en esos duros momentos. Perdonó de corazón a los que habían decidido la condena de su padre.

A principios de 1944 conoció al Fundador del Opus Dei. Ese encuentro fue el descubrimiento de la llamada de Jesucristo a amarlo sobre todas las cosas a través del trabajo profesional y de la vida ordinaria: ese era el mensaje que Dios quería recordar a los hombres sirviéndose del Opus Dei.

En 1950, por invitación de san Josemaría Escrivá, fue a México para llevar el mensaje del Opus Dei a esas tierras. Allí puso en marcha una residencia universitaria. Fomentaba en las residentes que tomaran en serio su estudio y abría horizontes de servicio a la Iglesia y a la sociedad. Destacaba su preocupación por los pobres y ancianos.

Entre otras iniciativas, creó con una amiga —médico de profesión— un dispensario ambulante: iban casa por casa en los barrios más necesitados, pasando consulta a las personas que allí vivían y facilitándoles los medicamentos gratuitamente. Impulsó una gran labor de promoción de la mujer, formando cultural y profesionalmente a campesinas, que vivían en zonas montañosas y aisladas del país y que muchas veces no contaban con la instrucción más básica.

Durante los años que estuvo en México fue una de las impulsoras de Montefalco, una ex hacienda colonial que entonces estaba en ruinas y que hoy es sede de un centro de convenciones y de dos instituciones educativas: el Colegio Montefalco y la escuela rural El Peñón.

En 1956 se trasladó a Roma para colaborar más directamente con san Josemaría en el gobierno del Opus Dei. En ese año se desatan los primeros síntomas de una afección cardíaca y debe ser operada en Madrid. A pesar de la buena recuperación, su cardiopatía se hace más grave y debe regresar definitivamente a España. Retoma la actividad académica y empieza una investigación sobre refractarios aislantes en el CSIC, trabajo con el que ganó el premio Juan de la Cierva y concluyó en una tesis doctoral.

A la vez, desarrolló su tarea docente como profesora de Química en el Instituto Ramiro de Maeztu durante dos cursos, y en la Escuela Femenina de Maestría industrial —de la que llegó a ser subdirectora— durante los diez años siguientes. A partir de 1968 participa en la planificación y puesta en marcha del Centro de Estudios e Investigación de Ciencias Domésticas (CEICID), del que será subdirectora y profesora de Química de textiles. Quienes coincidieron con ella recuerdan que era más comprensiva que exigente con las personas. Tenía muchas amistades, a las que dedicaba tiempo y sus mejores energías.

 

 

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.