La otra crisis

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feto1Hace unos días aconteció una declaración insólita acerca del ser del feto realizada por una de nuestras representantes políticas. Dijo que el feto a las trece semanas era un ser vivo pero no humano.

Lo curioso es que sin querer, al emitir semejante error, mostró que lo verdadero es lo contrario, porque si como sostuvo el feto es un ser vivo, necesariamente ha de ser humano. Y es que un ser vivo es un género que admite varias especies y exige en cada caso una. No hay géneros que no estén realizados en una especie. Por lo tanto si es un ser, no cabe dudar de su índole humana

Pero ahí no queda todo,  para defender tal incongruencia un catedrático de metafísica, también responsable político, esgrimió en su defensa que necesitaría muchas horas para explicar lo que era y lo que no era un ser humano. Increíble. Y es que no hace falta estudiar mucho para saber que un ser humano es cualquier individuo de la especie homo sapiens desde el primer momento de su concepción, con tanta evidencia científica como metafísica.

Y como guinda a tanto tropezón, nuestro máximo representante político afirmó con relación a la ley del aborto que la marginación de los padres tiene por objeto no interferir en la decisión íntima de la joven que se plantea eliminar la vida concebida. Es decir, que toda mediación que no proceda del Estado interfiere. Pocas veces se ha expuesto con más claridad el totalitarismo.

¿Y todo esto, a qué nos lleva?. Pues está claro, a que España se encuentra en una tesitura delicada y grave en la que se decidirá mucho en un plazo breve, y no es precisamente en relación a la crisis económica.

Lo realmente determinante es si los sectores más vivos y lúcidos de la sociedad serán capaces de detener el evidente proceso de deterioro cívico, religioso y ético al que España se está viendo sometida.

 

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