Los oídos sordos

Hay muchas frases hechas en torno al sentido del oído. Algunas recogidas en refranes como el que dice: “No hay peor sordo que el que no quiere oír”. De vez en cuando se oye hablar del “sordo de condición” que es quien se manifiesta como tal cuando le interesa, y con frecuencia se escuchan quejas sobre lo desagradable que resulta “hablar sin ser escuchado”.  

En todos los casos, se refieren a la sordera “voluntaria”, ésa que hace uso de algunos de sus síntomas, para poner sus efectos al servicio de la propia conveniencia.  

 Ese tipo de sordera, que afecta especialmente a quienes  promovieron la nueva ley del aborto y quieren imponerla “contra viento y marea”, les impide escuchar lo que les dicen voces bien autorizadas y las cargadas de sentido común, de una buena parte de ciudadanos que ni la pidieron ni la desean.

 Si a esa mayoría le repugna la muerte y en el aborto lo es. Si tras el aborto, es imposible devolver la vida a cada persona, porque no es interrupción de una vida, sino su muerte, mal que le pese a la Sra. Ministra, empeñada en poner fronteras entre ser vivo y persona.

Si esa ley de forma encubierta anula el artº 15 de la Constitución que quisieron los españoles. Si con ella se pretende convertir en derecho dar muerte. Si, como nunca, España necesita brazos que la levanten y saquen del bocho en que se encuentra y esta ley lo impide. Si tantas voces piden que se eviten esos desafueros, ¿por qué esa obcecación en la sordera para seguir adelante con la Ley?.