Responsabilidad de los políticos

Desde hace algún tiempo se suceden en diarios e informativos noticias inquietantes. Últimamente han incrementado la lista, otras referidas a beneficios millonarios a cambio de determinadas concesiones, pagos, también millonarios, no efectuados a Hacienda, acusaciones de intromisiones interesadas y no procedentes, en determinados asuntos…

También abundan las que dan cuenta de comportamientos faltos de nitidez, de dilaciones y olvidos tan extraños que llevan a pensar en hipotéticos beneficios personales. A todo ello habría que añadir un triste y desagradable listado de agresiones verbales.

Esto es grave, pero más sus consecuencias. Si todo comportamiento es susceptible de ser imitado, en estos casos más, pues sus protagonistas no son cualquiera: ni por nombre ni por cargo y cuanto más relieve tienen los protagonistas, mayor es la atención que se les presta y el afán de imitarles.

Así, no es extraño el razonamiento de muchas personas adultas: “Si ellas sí, yo, ¿por qué no?. Ni tampoco los de muchas, más jóvenes: “para qué esforzarse, si es tan fácil ganar dinero. Un buen “pelotazo” y es bastante”, “para qué trabajar, si tanta gente, ‘sólo con vista’, vive como nadie”, para qué estudiar, si muchos si haberlo hecho, se han colocado”…

Lo malo es que lo creen y, obran en consecuencia.. Y lo peor, por fortuna para ellos y los demás, que no siempre ocurre como piensan.

De ahí la justificación del título de nuestro artículo: Responsabilidad. No sólo ante la justicia, cuando el hecho ha sido consumado, especialmente, antes, ante la sociedad y cada uno de sus individuos y de manera especial, ante los más frágiles, para evitar estos comportamientos tan faltos de ‘algo’ que todos sabemos.

Responsabilidad sí, pero honradez personal y también social, desde los nombres y cargos que ostentan.  Esa sería otra forma de vivir la solidaridad con todos los miembros de una sociedad de la que suelen vivir.