Cada día las noticias nos recuerdan la fragilidad de nuestro mundo: guerras, desastres, corrupción… En España pasamos por momentos difíciles y nuestros valores fundamentales se ponen a prueba. Corren tiempos donde la corrección política busca erradicar nuestras tradiciones más arraigadas, una España donde algunos partidos políticos, administraciones y grupos de presión intentan extirpar la Navidad de la vida pública con mensajes subliminales en medios de comunicación y productos culturales. Todo apunta a querer transformar esta festividad en una mera celebración laica y comercial.
Es notorio que el sentido religioso de la Navidad se enfrenta a un asedio constante. Tiene su esencia en la nueva cultura que nos quieren implantar: el woke. Para este nuevo Orden Mundial (NOM) el enemigo principal es el cristianismo, ese que, tras miles de años, desde Jesús de Nazaret, ha conseguido un Occidente avanzado y respetuoso con los demás. Para ello, tratan de eliminar la religión cristiana de la vida pública. Que los creyentes solo recen en su casa y en el templo y, por supuesto, que no opinen, no vaya a ser que unos cuantos insistentes católicos, muy peligrosos, con un rosario en la mano, les vayan a desestabilizar.
En medio de este panorama, el Nacimiento de Cristo nos recuerda que la luz triunfa sobre la oscuridad, que el amor que Dios nos tiene es inmenso. La Navidad nos ofrece la oportunidad de anunciar la Buena Noticia, porque a pesar de la descristianización de gran parte de nuestra sociedad, esta fiesta aún ocupa un lugar especial en miles de corazones que se preparan para el nacimiento de Cristo. El Belén, la decoración, las celebraciones, los adornos, los villancicos…, son detalles que hablarán a nuestros familiares y amigos de que Dios se hace niño para salvarnos.
Este año, debido a la tragedia de la DANA, la Navidad no será particularmente alegre, sobre todo para aquellos que han perdido familiares y se han quedado prácticamente sin nada. En estos tiempos tan difíciles, la mejor noticia que el mundo puede recibir es el nacimiento de Cristo. Y si la palabra, a veces vacía, pero la más pronunciada, cantada y escrita en estos días navideños es la de la paz, este año podríamos añadir otra no menos importante, la esperanza.
Ciertamente no es fácil la esperanza en tiempos espinosos, sin embargo, el empuje de quien cree que otro horizonte es posible tomando la esperanza y la solidaridad como base, ayudará a echar raíces precisamente en las noches de desesperanza. Puede que este mensaje de esperanza sea el contrapunto necesario, imprescindible, para acabar con la desolación que invade muchos hogares. Si también va acompañado de una sonrisa, podría ser un regalo para esta Navidad nuevo, original, diferente y, además, gratis.
Un suceso aparentemente intranscendente, el nacimiento de un niño pobre en una pequeña aldea, muy lejos del núcleo del poder del Imperio Romano, se convirtió en el hecho más trascendente de la Historia de la Humanidad. Su significado arraigó de tal manera en España que modeló nuestro espíritu. Tanto lo hizo, que forjó en nuestra patria héroes y aventureros, conquistadores, inventores, santos y místicos, soñadores, científicos, marinos, poetas y conquistadores, escritores y artistas.
Ante el empuje de quienes quieren relegar la fe cristiana a las catacumbas, los cristianos estamos llamados a defender públicamente nuestras creencias con pequeñas acciones visibles que generarán grandes resultados. Cada portal de Belén, cada explicación sobre el nacimiento de Jesús, cada «Feliz Navidad» con sentido, son pasos hacia una sociedad que no tiene miedo de mostrar su identidad.
Mientras nosotros celebremos la Navidad, jamás podrá ser cancelada. No se trata de imponer creencias, sino de mantener viva una tradición que ha dado forma a nuestra historia y que, en medio de la modernidad, sigue siendo un faro de luz para millones de personas.
La Navidad es un evento que ha definido nuestra civilización y valores. Es el mejor momento para recordar quiénes somos como nación y como creyentes.
Como cristiano, en estas fechas, quiero pedir con la mirada fija en el Niño que nace en Belén, que todos los españoles volvamos a descubrir lo que nos hizo verdaderamente grandes, que nos reunamos en torno al pesebre para glorificar a Nuestro Salvador y entonarle cánticos de alabanza.
¡Feliz Navidad, ha nacido el Hijo de Dios, es de María!